La NHTSA ha hecho público un documento que comprende 99 quejas de conductores de estos modelos -68 sobre el Escape y 31 sobre el Tribute-, y teme que las aceleraciones involuntarias estén detrás de trece accidentes que se saldaron con nueve heridos y la muerte de un joven de 17 años. Todas las unidades afectadas son versiones V6 fabricadas entre los años 2001 y 2004.
Todo empezó el 10 de julio, cuando el director del Centro para la Seguridad del Automóvil, Clarence Ditlow, escribió una carta a Allan Mulally, consejero delegado de Ford Motor Company, para informarle de un «defecto letal en el cable del control de crucero», y pidiendo que llamara a los Escape a revisión. La primera hipótesis que baraja la NHTSA es que el pedal del acelerador no recupere correctamente su posición cuando se levanta el pie. Al parecer, algunas de estas unidades ya fueron revisadas en el año 2004, cuando se detectó que podía producirse un fallo en el cable del pedal. En aquella ocasión, Ford llamó a revisión a 600.000 unidades, haciendo las reparaciones que estimó oportunas.
Junto a esta gran llamada a revisión, Ford anunció hace unos días que 11.500 Escape fabricados el pasado 11 de julio también tendrían que pasar por el taller, debido a un defecto en los conductos del combustible.
Aunque el Mazda Tribute es un modelo que comparte su arquitectura con el Ford Escape, en 2008 Ford redujo su participación en Mazda hasta el 3,5 %. Ambas compañías se han mostrado totalmente dispuestas a cooperar con la NHTSA.
