Esta reducción del IVA supondría un coste aproximado de 528 millones de euros anuales para las arcas públicas, pero a la vez generaría cerca de 364 millones de euros por la recaudación adicional directa derivada del Impuesto de Matriculación, en su caso, IVA, e impuestos sobre los combustibles. Y eso sin contar los beneficios medioambientales de contar con un parque automovilístico más moderno, y económicos, ya que desde el estallido de la crisis se han perdido 35.000 puestos de trabajo y 2.000 pymes en las redes de distribución.
La propuesta de la asociación contempla así esta rebaja fiscal del IVA para la compra de vehículos nuevos o usados de menos de cinco años y que emitan menos de 140 gramos de CO2 por kilómetro, a cambio de la entrega de un vehículo de más de diez años de antigüedad para su achatarramiento. Ganvam calcula que cerca de un 30% de los compradores actuales se acogerían a estas condiciones, obteniendo así un ahorro medio de 2.200 euros por coche, un 10% más que la ayuda máxima concedida por el extinto 2000E. Pero adicionalmente se produciría un incremento de la demanda que sin incentivo no se produciría.
Según el presidente de GANVAM, Juan Antonio Sánchez Torres, esta medida tiene un efecto inmediato: «Tendría mayor efecto de anteriores planes de achatarramiento, con la ventaja de simplificar los trámites de gestión para los concesionarios ya que al ser aplicado directamente en la factura de venta, sería fácilmente controlable y no exigiría que las redes de distribución adelantaran dinero alguno».
Junto a la reducción del IVA, los vendedores proponen eliminar el impuestro de matriculación o modificarlo para que no pague ningún coche que emita menos de 160 gramos de CO2 por kilómetro y establecer un nuevo plan de achatarramiento con ayudas directas a la compra.