La influencia de Tesla en su país de origen, Estados Unidos, es muy grande, y por ende la de los coches eléctricos. Como prueba más poderosa de ello está Manhattan, el centro de Nueva York y una de las zonas más importantes del mundo: en la isla norteamericana ya hay más estaciones de recarga para coches eléctricos e híbridos que gasolineras con combustible convencional. De hecho, la proporción es humillante para estas últimas, ya que hay 105 sitios para recargar un vehículo eléctrico por 40 gasolineras.
Una de las claves para la exponencial expansión de estos puntos de carga ha sido la asociación de Tesla con numerosos establecimientos de la Gran Manzana, especialmente con restaurantes y hoteles, que incluyen uno o varios en sus aparcamientos privados. El próximo movimiento es llegar a acuerdos con los parkings públicos. La filosofía es clara: dejo el coche cargándose mientras yo hago recados. Esto elimina la necesidad de una carga rápida y el problema de una autonomía ‘reducida’, pues hasta que el conductor vuelva a ponerse al volante pueden pasar fácilmente varias horas.
En cualquier caso, la gran mayoría de las estaciones de carga de Tesla existentes en Manhattan son de nivel dos, lo que se traduce en un tiempo de carga de aproximadamente una hora para una autonomía que permita recorrer 100 km -completar la carga de la batería al 100% le llevaría unas cuatro horas-.
Lo que parece algo obvio es que para la masificación de los coches eléctricos o híbridos hace falta una buena red de cargadores. En este sentido, Tesla es una empresa con capacidad para su instalación en multitud de lugares, por lo que sería muy bueno para el sector que habilitase la carga de otras marcas en sus propias estaciones.