Las mejoras en cuanto a imagen se central en un frontal adaptado a la nueva imagen de marca, asemejándose así al resto de vehículos de la gama con unos faros que ahora lucen actualizados –e incorporan tecnología LED adaptativa inteligente-, una parrilla y paragolpes modificados respecto a la versión anterior y nuevas entradas de aire. Algo similar ha ocurrido en la zaga, donde las nuevas ópticas transmiten deportividad sin renunciar a la elegancia.
Su habitáculo incluye un nuevo volante deportivo con estructura de magnesio, conectividad son dispositivos Apple mediante Apple CarPlay y un mando que selecciona uno de los 5 modos de conducción, actuando sobre el comportamiento dinámico del vehículo –modifica el cambio, suspensión, dirección, tacto del acelerador?-. Además, opcionalmente, se puede escoger entre equipos de sonido Bang&Olufsen o Harman-Kardon, y el propio sistema de infoentretenimiento se encargará de la gestión de accidentes, de averías, del mantenimiento y del telediagnóstico.
Mecánicamente, el nuevo SL solo modifica su motor de acceso, el 3.0 V6 de gasolina del SL 400, que gana 35 CV con respecto a su antecesor y ahora entrega 367 CV a 5.500 rpm, con un par máximo de 500 Nm, aumentándolo también en 20 Nm. Por lo demás, las opciones se mantienen intactas, completando la gama el V8 4.6 de 455 CV del SL 500 y el V12 de 6 litros del AMG SL 65, con 630 CV y un par máximo de 1.000 Nm a tan solo 2.300 vueltas.
La encargada de gestionar todo el torrente de potencia en todos los motores es una caja automática 9G-Tronic, pero lo realmente interesante y que sí representa una novedad es la inclusión de la función Curve, con la que entran en acción unos amortiguadores hidráulicos que reducen el balanceo del automóvil en las curvas. No obstante, está disponible circulando entre 30 y 180 km/h, y actúa conjuntamente con el Active Body Control y el Dynamic Select.