El hecho ocurrió en 1977 cuando, con sólo 37 años, falleció de forma accidental a causa de una ingesta masiva de medicamentos. Pero lo más llamativo fue cuando su hermano anunció la voluntad de Sandra de ser enterrada junto con su amado Ferrari 330 America.
Y así fue, todos los periódicos locales lo documentaron y fotografiaron a la difunta West, vestida con su mejor camisón de encaje, sentada en el asiento del conductor y con las manos en el volante de su Ferrari de 1964 de color azul pastel. Los distintos medios que se hicieron eco de la noticia en su dñía no se ponen de acuerdo acerca de cuál era el modelo concreto; algunos apuntan a un 250 GT y otros se decantan por un 330 America –West contaba con varios modelos del cavallino en su garaje–. En lo que sí coinciden es en el color azul del vehículo.
Para llevar a cabo el sepelio, fue necesaria la ayuda de una grúa para transportar el enorme féretro de casi seis metros de largo, 2,5 de ancho y 2,75 de alto y que fuera enterrada junto a su marido en San Antonio, Texas. Al funeral, que tuvo lugar en el Alamo Masonic Cemetery, acudieron más de 300 personas, en su mayoría curiosos.