Las conversaciones entre Nissan y Honda para una posible fusión han llegado a su fin. Lo que comenzó como una iniciativa respaldada incluso por el gobierno japonés, destinada a fortalecer la competitividad de la industria automotriz nacional frente a la creciente presión global, se ha fracturado por diferencias irreconciliables en la visión de futuro y la organización interna de ambas compañías.
Contexto y objetivos de la fusión
El gobierno de Japón, preocupado por el futuro de su industria frente a la entrada de fabricantes chinos y la aceleración de la movilidad eléctrica, impulsó la idea de unir dos de los principales fabricantes del país. Con esta intención, Nissan y Honda firmaron un memorando de entendimiento en diciembre del año pasado. El acuerdo preliminar preveía llegar a un convenio definitivo para junio de 2025, en el que ambas marcas conservarían su identidad, pero compartirían plataformas, trenes motrices y gran parte de sus operaciones de producción. La fusión, de concretarse, habría dado lugar a una de las firmas automotrices más importantes del mundo, aprovechando sinergias en áreas clave como la electrificación, la producción de baterías e incluso la inteligencia artificial.
Desacuerdos entre Honda y Nissan
A pesar del optimismo inicial, las negociaciones comenzaron a mostrar fisuras, según indican diarios nipones. Uno de los puntos críticos fue la diferencia en la valoración de las dos empresas. Honda, con una capitalización de mercado de aproximadamente 37.000 millones de euros, buscaba posicionarse como la fuerza dominante dentro de la nueva entidad. En contraste, Nissan, valorada en alrededor de 9.500 millones de euros, rechazó cualquier esquema que implicara una subordinación en la toma de decisiones. Según informes recientes de The Financial Times, la situación se agravó cuando Honda presentó una propuesta fija que habría convertido a Nissan en una subsidiaria de Honda, rompiendo con la idea de una fusión de iguales.

Estas tensiones no solo giraban en torno a la estructura corporativa, sino que también se reflejaban en las diferencias estratégicas. Nissan ha apostado fuertemente por una estrategia de electrificación combinada con tecnologías híbridas, apoyándose en su alianza con Renault y Mitsubishi. Por otro lado, Honda ha enfocado sus esfuerzos en el desarrollo de vehículos eléctricos y de celdas de combustible de forma independiente, sin depender de grandes alianzas. Esta disparidad en las estrategias de futuro fue determinante para que Nissan decidiera retirarse de las negociaciones.
La situación se complicó aún más con la intervención de Renault, que posee un 36 % de Nissan. La firma francesa ha instado a Nissan a asegurarse un mejor acuerdo en caso de que Honda llegara a tomar una posición de liderazgo en la fusión. Ante esta presión y las crecientes diferencias, Nissan optó por mantener su actual alianza con Renault y Mitsubishi, valorando la estabilidad que estas colaboraciones le proporcionan en un entorno cada vez más competitivo.

Opciones de futuro
El fracaso de la fusión entre Nissan y Honda ilustra las dificultades que enfrenta la industria automotriz japonesa para adaptarse a un mercado global en constante cambio. Mientras otros fabricantes exploran nuevas alianzas y estrategias para afrontar la transición hacia la movilidad eléctrica, las diferencias en la visión y en la valoración de activos pueden ser obstáculos insalvables. Aunque la idea de una unión entre dos gigantes parecía prometedora, la experiencia demuestra que lograr sinergias efectivas requiere compatibilidad en múltiples niveles, desde la estrategia de innovación hasta la estructura corporativa.
Nissan, por su parte, seguirá concentrándose en sus alianzas actuales y en su estrategia de electrificación, mientras que Honda continuará su camino de manera independiente. La posibilidad de futuras colaboraciones no se descarta, pero la reciente experiencia subraya la complejidad de fusionar identidades tan arraigadas y divergentes.