Ford ha querido celebrar el 50 aniversario de la mítica película Bullitt por todo lo alto, con el Mustang más potente de toda la gama. En verde, por supuesto. La marca norteamericana también ofrece una versión en Negro Sombra, pero ¿quién quiere ser Steve McQueen conduciendo un coche negro por las calles de San Francisco? El coche negro de la peli, un Dodge Charger, era el del malo. Hemos viajado hasta California para probar la versión americana de este deportivo, cuyo alter ego europeo fue presentado en el pasado Salón del Automóvil de Ginebra con el mismo propulsor… pero con algunos caballos menos.
Esta versión a la que hacemos referencia es la tercera edición Bullitt en la que ha trabajado el equipo Mustang, y también la más potente. El motor 5.0 V8 produce unos escalofriantes 480 caballos, 20 más que el Mustang 350GT, y permite al Mustang alcanzar una velocidad máxima de 163 mph (262 km/h), más que el GT. El último Bullitt que probé, el de 2008, contaba con 15 caballos más que el GT de entonces… pero al final eran «solo» 315 caballos.
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Al igual que en 2008, Ford dice que este Bullitt es «minimalista» en honor a Steve McQueen. Y es que este actor era capaz de decir mucho sin apenas pronunciar una palabra. Este minimalismo al que hace referencia la firma americana también rinde homenaje al coche de la película, ya que el mítico Mustang GT 390 fastback de color verde que aparecía en la cinta no contaba con ningún emblema. Así, desaparecen el caballito de la parrilla (pintada en negro brillo) y los emblemas 5.0 de los laterales. Sólo un falso tapón de gasolina en la parte trasera lo identifica con la palabra -en mayúsculas-: BULLITT. Sin embargo, los auténticos puristas seguramente prefieran ocultar el logotipo para que se parezca más al Mustang fastback de la película.
Lo que no son minimalistas son los frenos Brembo, pintados en color rojo brillante, que asoman entre los radios de las llantas retro de 19 pulgadas. El diseño exterior se completa con detalles cromados alrededor de las ventanas y la parrilla.
Abrimos la puerta y nos da la bienvenida otro logotipo Bullitt en el umbral. Nada más subir al habitáculo nos encontramos arropados por cuero negro con costuras verdes y detalles en aluminio y plateados. Para que no nos olvidemos del coche en el que estamos, el volante cuenta -una vez más- con el logotipo de Bullitt. Y sobre el salpicadero, frente al asiento del copiloto, nos saluda una placa con el número de chasis. Nuestra unidad es el Bullitt MP007… creando un instante de confusión. ¿Soy Sean Connery o Steve McQueen?
La palanca de cambios, decorada con una bola de billar blanca como la que tiene el Bullitt original de 1968, nos invita a despertar a la bestia. Apretamos el botón de arranque y el V8 ruge sin piedad. Para quienes no quieran molestar a sus vecinos, se puede programar un arranque silencioso según horario establecido a gusto del conductor. Nuestro Bullitt está programado para tronar. Al igual que el Mustang GT, cuenta con distintas entonaciones accesibles a través de un botón en el salpicadero -GT, Track y Drag Strip-. Pero a diferencia del GT, el Bullitt tiene una música especial, más gutural. Y si no queremos escuchar el motor, nuestro Bullitt cuenta con el Electronics Package que, además del navegador y la alerta de vehículos en el punto ciego, incluye un nuevo sistema de sonido Premium B&O PLAY by.
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HARMAN que con sus 1.000 vatios suena de maravilla. ¿Pero quién quiere escuchar música? El Bullitt está hecho para que pisemos el acelerador y hagamos rugir su motor. Los ingenieros de Ford han hecho del sonido su verdadera prioridad. Para ello han aumentado el diámetro del cuerpo de mariposa -de 82 a 87mm-, además de calibrar el cambio y el motor para que el par se mantenga alto hasta llegar a las 7.500 revoluciones, a diferencia del GT350, que empieza a perder potencia después de las 7.000 vueltas. La subida de revoluciones viene acompañada de un bramido que siempre pide más, que ruega que lleguemos a la velocidad máxima de 163 millas por hora (262 km/h).
Pero vamos por la autopista 1 de California y por aquí no se puede correr tanto. Vamos camino de San Francisco para visitar la misma calle Taylor donde se rodó la principal escena de la persecución Bullitt. Bajamos por Taylor Street y giramos a la izquierda por Filbert Street. Entonces empiezan a sonar las alarmas de otros coches a nuestro paso. Mejor vámonos de la ciudad, como también hiciera McQueen en la película. Cruzamos el Golden Gate hacia Sausalito. Una de las escenas de Bullitt se iba a rodar en el puente, pero las autoridades de la ciudad lo pensaron mejor y no otorgaron la licencia necesaria para hacer una persecución sobre la bahía. Acabaron filmando al norte, por donde conducimos ahora nuestra bramante bala verde.
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Las banderas americanas están a media asta en memoria de los bomberos que han fallecido en el infernal incendio que quema el norte de California. Le pregunto a Carl Widmann, ingeniero jefe de Mustang, cómo será el Bullitt dentro de otros 50 años, pensando que entonces es posible que sea eléctrico o de célula de combustible. Carl deja claro que sea lo que sea, tiene que tocarnos el alma desde un punto de vista emocional. «Este coche tiene que ver mucho con el sonido, el verbo que le da al coche esa personalidad, que te dice, ´¿Estás seguro de que quieres dejar de acelerar?´».