Aquí llegan los que saben de lo bueno. Una ruta Camper donde se mezclan olivos, almendros, encinas y matorrales aromáticos con castillos, iglesias, ermitas y hasta balnearios en los que relajarse y disfrutar de la tranquilidad de una zona que regala muchas sorpresas. Incluso la rivalidad de sus cuencas sirven como elemento de mejora.

En este valle, dos ríos se disputan su liderazgo: el Alhama y el Linares, dos guerreros en una contienda en la que no se sabe quién gana a quién. Oficialmente, el Linares es afluente del Alhama, pero el primero es en realidad más largo y puede presumir de tener más caudal hasta el punto en el que ambos se funden en uno. Aunque lo importante no es quién vence a quién, sino el maravilloso valle que forman, atravesando pueblos que mantienen la esencia de antaño.
Ahora que la movilidad es casi una asignatura de Estado, parece que ha llegado el momento de poner más en valor la calidad de productos como la Van Panama. Un vehículo para el ocio Made in Spain que podemos usar todos los días del año.
Vivir la vida camper no tiene que obligarnos a asumir todos los costos de una autocaravana. Así nacen modelos como la Van Panama, montada sobre un chasis Ford TransitCustom, que facilita que podamos usar nuestro vehículo recreativo en numerosas situaciones cotidianas de tráfico urbano o interurbano y no solo en vacaciones. Perfecto para los que no quieren grandes complicaciones.

Podemos comenzar el viaje en la localidad de Grávalos, donde cada primavera se da un auténtico espectáculo durante los días que dura la floración de los almendros que se puede ver de forma extraordinaria desde el mirador de los almendros. También puede presumir de contar con una de las más grandes plantaciones de encina trufera de La Rioja, y de un estupendo balneario levantado sobre un manantial de aguas medicinales que ya eran conocidas y utilizadas en la época de los romanos. De su paso por estas tierras queda aún la lápida romana que se encuentra en los soportales del Ayuntamiento.
Ya camino de Villaroya pasaremos junto al área natural Carrascal de Villarroya antes de entrar en este pueblo que sufrió la despoblación por el cierre de sus explotaciones de carbón. Fundado por pastores arnedanos en la Baja Edad Media, hoy bajo su tierra cruzan las galerías de las minas. Desde aquí, cuando las nubes no lo impiden, se pueden llegar a ver los Pirineos y el Moncayo.El horizonte convierten el lugar en un escenario perfecto
Un poco más al noroeste siguiendo la LR-123 entraremos en Turruncún, otro pueblo, este ya completamente abandonado desde 1975, que lo último que construyó fue la escuela del pueblo, a la que nadie llegó a ir. Y regresando a territorios poblados, pero en los que sigue reinando la calma, encontramos Muro de Aguas, en el que merece la pena dar un paseo por las calles empedradas y conocer su fuente de 16 caños, a través de la que los vecinos riegan sus cultivos, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVIII, lo que queda de la antigua iglesia de Santa María o el crucero que se encuentra en la salida hacia Ambas Aguas. Y si hay ganas de seguir caminando, o incluso de coger la bici, las opciones se reparten entre varios senderos que permiten disfrutar del entorno natural de este pueblo.
Ya camino de Cornago, pero aún en Muro de Aguas, hay otra parada para los amantes del agua: el chorrón del Saltadero, un rincón donde zambullirse bajo una cascada, o al menos inmortalizar en una imagen. Junto a él se pueden ver unas huellas de dinosaurios terópodos y dos rastros que parecen cruzarse entre sí, así que quizá aquellos gigantes del pasado disfrutaron también de las aguas de este paradisiaco rincón.
Hecha la parada toca seguir avanzando y entrar en Cornago, municipio que atraviesa el río Linares, cuyas aguas se consideran las más limpias de toda La Rioja. Allí, una larga lista de caminos, incluido el que sigue las huellas de los dinosaurios por los pueblos de alrededor, aguardan al senderista. Cuentan que, durante siglos, la leyenda atribuía esas extrañas huellas al caballo de Santiago apóstol, pero ya en el siglo XX los científicos se encargaron de desmentirlo asegurando que pertenecían a animales muchísimo más grandes.

Mucho después que ellos, pero hace ya unos cuantos siglos, Cornago fue el lugar elegido por el linaje de Los Luna para descansar, y también anticiparse a posibles revueltas. Porque su lugar estratégico, en la encrucijada de tres reinos, Aragón, Navarra y Castilla, lo convertían en un emplazamiento perfecto. Por eso, en el lugar más alto, se construyó un espectacular castillo de cuatro torreones donde vivió la hija de Álvaro de Luna. Hoy puede visitarse su centro de interpretación, donde mayores y niños pueden aprender, y mucho, de Historia con mayúsculas.
Adentrarse en esta villa medieval, con todo su caserío levantado sobre una colina rodeada de montes, hace regresar al pasado y viajar a otras épocas. Junto a la fortaleza, la iglesia de San Pedro Apóstol, del siglo XV, invita a seguir ese viaje, igual que la ermita de San Gil, que posteriormente fue la de San Blas. O la de La Piedad, bajo un arco que se cree que fue una de las cuatro entradas medievales a la villa, en el barrio judío, y la de Santa Catalina. No podemos abandonar Cornago sin pasar antes por la vivienda más antigua, conocida como Casa Baroja, del estilo de los palacetes del siglo XVI de Aragón.

Seguimos ahora camino de Igea por la LR-283, que nos adentra de nuevo en el hogar de los dinosaurios a través del museo paleontológico, en la segunda planta del Ayuntamiento, donde los alumnos y maestros del pueblo han ido recogiendo minerales, rocas y fósiles que hablan del pasado de Igea.
Igual que el Tronco Fósil, los restos de un árbol petrificado de hace más de 120 millones de años que además es una especie única en el mundo: DadoxylonRiojense. Es también el lugar perfecto para mirar al cielo y disfrutar del espectáculo que ofrecen por la noche las estrellas, porque junto a él se ha habilitado un lugar para ello, con paneles orientativos y un planisferio.
Tras la visión de los dos ríos unidos, regresamos a la LR-123 para desandar el camino que hace el río Alhama por la Rioja desde su nacimiento en la sierra de Almuerzo. También habrá tiempo de ver en directo el oficio artesano de la elaboración de alpargatas, otra tradición cerverana, ya que paseando por las calles de la villa aún se pueden ver mujeres elaborando el cosido artesanal y montando el tomo sobre la suela de cáñamo. Antes de despedirnos, es buena idea acercarse a las ruinas del castillo situado en la peña de San Antonio, en realidad el origen de la villa, que tuvo su mayor esplendor en la época musulmana.

Ya llegando al final de nuestro camino en el valle entramos en uno de los lugares más extraordinarios de este rincón de La Rioja, el poblado de ContrebiaLeucade, a un kilómetro de Inestrillas. La ciudad es un gran yacimiento arqueológico, uno de los asentamientos de población más antiguos de La Rioja, que vivió sus años más esplendorosos entre los siglos IV a. C. y el siglo IX. Allí se mantienen los restos de viviendas rupestres en la pared rocosa de la parte más antigua de la aldea, donde se refugiaban sus pobladores en la Alta Edad Media. En nuestra Panama siempre podemos llevar una bici para recorrer la Vía Verde del Alhama. Estos 12 km recorren un oasis verde que comienza junto al balneario de La Albotea y discurren por la margen derecha del río Alhama, dejando a un lado las huertas y las laderas de monte al otro. Después entra en Cervera del Río Alhama donde hay que seguir la carretera hacia Cabretón y Valverde, girando a la derecha junto al antiguo matadero municipal.
