El Aston Martin Vantage es un coupé biplaza de 4,49 metros de largo. Cuesta 201.327 euros más impuesto de matriculación, que es un 14,75%. Vamos, unos 231.000 euros sin contar las grandes posibilidades de personalización. No son coches para todos los bolsillos. Pero es que ahí, también, está gran parte de su encanto. Ser especial tiene un precio. Y no, nunca es bajo.
El Vantage es uno de esos coupés deportivos desarrollados con una idea principal muy clara: transmitir sensaciones a su conductor. Y no sólo por su motor, que empuja como un diablo y tiene una patada tremenda, además de un sonido a V8 gordo muy excitante, si no por su comportamiento dinámico.

El Vantage es de esos coches en los que, conforme vas explorando sus límites, van pasando cositas, y esas cositas van aumentando a la par que vas jugando con sus modos de conducción. Que no haya un modo Eco o Comfort ya es toda una declaración de intenciones.
Es un coche rapidísimo, pero sobre todo es un coche pensado para hacerte sentir como esa pieza fundamental para disfrutar de la experiencia al máximo. Sólo pude probarlo en mojado, pero el hecho de notarlo ágil y hasta más ligero de lo que realmente es en esas circunstancias ya permite darse cuenta de que el trabajo está muy bien hecho.

Y, luego, todo está a la altura: frena muy bien, la dirección es muy directa, tremendamente precisa y tiene muy buen tacto, la caja de cambios automática sólo admite la pega de no tener una palanca (sí, a algunos nos sigue gustando cambiar con la palanca, y no digamos ya si hubiese una caja manual…), el control electrónico de tracción y estabilidad está muy bien puesto a punto en función del modo elegido y hasta te deja cierto margen para hacer pequeñas diabluras con seguridad…
¿Es el más rápido? No lo creo. ¿Es el más eficaz? Seguramente tampoco. Pero qué carajo, por sensaciones el listón está en lo más alto, y eso es de lo que se trata.
Te gustará muchísimo si buscas un deportivo que te involucre en la conducción tanto que hasta te llega a avisar de dónde estás metiendo la pata, o dónde podrías haber apurado un poquito más. En todo eso es un maestro. Si sólo quieres ir deprisa y sin complicaciones, hay opciones que te harán más feliz.


El Vantage no es sólo sensaciones. También es distinción y calidad. El coche está muy bien acabado, y en todos los remates se aprecia que aquí las cosas se hacen con mimo. No es un coche salido de una línea de montaje como otros rivales de otras marcas. Aquí hay alma. Hay espíritu. Espíritu británico, cierto, y quizá eso no guste a todo el mundo. A mí, desde luego, me ha encantado.
¿Precio? No es un coche barato, como hemos visto al principio. Ye lo que hay, que dicen en Asturias. ¿Y qué pasa con el consumo? Pues que también es mucho. Pero si eso te preocupa y no te basta con saber que tienes 78 litros de depósito, este Vantage no es para ti.
Longitud: 4,49 metros |
Dos plazas |
Peso: 1.745 kilos |
Maletero: 235 litros |
Motor: 4.0 V8 biturbo, sin hibridación alguna |
Potencia: 665 CV a 6.000 rpm |
Par máximo: 800 Nm de 2.750 a 6.000 rpm |
Cambio: Aut. Convertidor de par con 8 marchas |
Tracción trasera |
Consumo medio: 12,1 L/100 km |
Aceleración: 3,5 segundos |
Velocidad máxima: 325 km/h |
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