«Qué chulada de configuración», pensé para mis adentros cuando recogí este BMW Z4 M40i. Es jodi******* difícil ser más bonito si nos ceñimos únicamente a los coches actuales, dejando de lado los considerados clásicos y clásicos modernos.
Vamos a ponernos un poco en situación. BMW Z4, modelo lanzado en 2003 y a su vez sustituto del precioso Z3. La actual generación, conocida como G29, fue lanzada en 2018 y ha cambiado poco en todo este tiempo, lo que tiene sus cosas buenas, como la ergonomía de un interior en el que hay botones y mandos de verdad, no táctiles.

Mide 4,32 metros de largo, 1,86 metros de ancho y 1,30 metros de alto. No es nada angosto por dentro, dos personas viajan bien, y su maletero, con 281 litros de capacidad esté o no la capota puesta, es más que aceptable.
Esta unidad luce el impresionante color Frozen Deep Green, por el que hay que soltar 3.544 euros, pero a tenor del resultado, está para pagarlos. Y dentro, como decíamos, no tiene el último interfaz de BMW por pura veteranía de modelo. Eso implica que es menos sofisticado pero más práctico y cómodo.
Te parecerá una tontería probablemente, pero para mí, que haya botoncitos y mandos en el interior es crucial para que una coche sea una elección que me haga ilusión o no.

Aun así, este último BMW Z4 ya cuenta con algunas alertas y sistemas que a veces se ponen un poco pesados. Pero bueno, son de fácil desconexión (o personalización), mediante la tecla correspondiente en el centro del salpicadero que tanto echamos de menos en los BMW más modernos.
Bajo su capó hay un motor 3.0 turbo de seis cilindros y 340 CV entre 5.000 y 6.500 rpm. Y con 500 Nm de par entre 1.600 y 4.500 rpm. Motor buenísimo, de lo mejorcito que hay. Y si encima se asocia a una caja de cambio manual de tacto absolutamente delicioso, para qué más.

Así va el BMW Z4 M40i ¡manual!
Anda un montón, no en vano acelera de 0 a 100 km/h en sólo 4,6 segundos. Y suena precioso. Y si quieres utilizar el coche de manera cotidiana, cosa para la que por otra parte está perfectamente capacitado porque no es un deportivo radical, entonces te aseguro que los 8,7 L/100 km que homologa son perfectamente viables. De hecho, yo en esas circunstancias lo he dejado en 8,8 L/100 km.
Su precio es de 79.200 euros. ¿Caro? Bueno, según lo mires. Dinero es, y mucho. Pero el coche es no único, aunque casi. Al menos en los tiempos que corren, donde un tercer pedal es una rareza, ya no hablemos en un coche premium y de altas prestaciones.

Es de aquellos coches cuya conducción engancha. Y no por sus prestaciones. Engancha por la forma en la que ese poderío mecánico se traslada al asfalto. Es un coche que transmite sensaciones, dentro de las limitaciones no analógicas de un coche moderno, claro.
Es confiable, una tabla en curva, tracciona bien cuando lo necesitas y mal cuando lo buscas. No es que sea una extensión de tus extremidades, pero sí que es uno de los coches actuales mejor capacitados para contarte lo que sucede entre las ruedas y el asfalto.
Mención aparte requiere el cambio manual. Qué tacto, por Dios. Ya no es que tenga recorridos cortos, que los tiene, y duritos, que también, es que la inserción de cada marcha da un placer casi sexual.

Se venderán pocos de estos. Al final, el cliente potencial mayoritario de un BMW Z4 busca un roadster de estética bonita con el que pasear a cielo descubierto no necesariamente a toda velocidad. Y no quiere cambiar de marcha usando dos extremidades.
Pero a mí me encanta. Soy de los raros que lo escogerían manual antes que automático, y eso que la caja automática del Z4 es una maravilla desde el punto de vista de la efectividad y precisión.
Valoro enormemente cuando me dejan probar un coche de esta índole, porque sé que cada vez que sucede, puede ser la última.
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