Desde que naciese en 2008, el Ford Kuga siempre ha destacado por ser uno de los SUV compactos de mejores cualidades dinámicas en cuanto a chasis, lo que se traducía y se traduce en que era y es uno de los más entretenidos de conducir.
Ahora bien, esta tercera generación, lanzada en 2020 y reestilizada en este 2024, ha prescindido de las mecánicas diésel y apuesta firmemente por las híbridas con transmisión de engranaje planetario (luego explicamos eso). Y aquello tiene una repercusión: ha perdido cualidades dinámicas en favor de un rodar más eficiente.

Sí hay en la gama Kuga un motor 1.5 EcoBoost de gasolina con cambio manual, pero la apuesta de Ford con este modelo son las versiones 2.5 FHEV y 2.5 PHEV, que son híbridas y que se diferencian entre sí en que la segunda es enchufable.
El Kuga que tenemos hoy aquí es el 2.5 FHEV, es decir, el híbrido no enchufable, que combina un motor 2.5 de gasolina de 129 CV con un propulsor eléctrico de 125 CV y una batería de 1,1 kWh.
La transmisión es de engranaje planetario y se encarga de interceder entre los dos motores sin que haya relaciones de cambio fijas. Es un sistema cómodo en ciudad, a la par que ahorrador y fiable. En cambio, en carretera o bajo fuertes cargas de acelerador, es desagradable porque el régimen del motor no cuadra siempre con el ímpetu de aceleración.

La carrocería mide 4,61 metros de largo, 1,88 metros de ancho y 1,67 metros de alto. Tiene un maletero cuya capacidad oscila entre 395 y 536 litros de maletero en función de la posición en la que coloques los asientos traseros.
Hay correctas calidades en el interior, o al menos las que puedes esperar de un SUV generalista. En general está bien hecho, aunque hay cosas que yo habría pulido de otra manera.
Prescindir del módulo de mandos mecánicos para le climatizador incomoda su uso, por ejemplo. Y que para desconectar determinados ADAS tengas que darte una vuelta por los menús de la pantalla central, en lugar de poderse hacer a golpe de botón, es un importante error, bajo mi punto de vista.

Olvida eso y no encontrarás demasiadas pegas. El volante tiene un gran tacto, los asientos son cómodos y hay una buena visibilidad desde el interior. Pero agacha tu mirada abajo a la derecha y esa transmisión…
Como decía arriba, es fantástica en ciudad. Resulta suavecita y propicia el avance en modo eléctrico, tanto es así que puedes obtener consumos de unos 6,2 L/100 km en uso cotidiano, que no está mal.
En carretera es otro cantar. Una vez se agota la carga de la batería, la parte eléctrica pierde un poco de protagonismo que recae en el motor 2.5 sin turbo. Lo bueno es que no es muy ruidoso, pero su régimen de giro tiene que ser inevitablemente alto para circular a buena velocidad y eso penaliza gravemente el consumo de gasolina.
Digamos que, si quieres un Ford Kuga para carretera, para mí sin duda alguna es mejor optar por la versión 1.5 EcoBoost, que no lleva cambio automático ni etiqueta ECO pero que resulta más gratificante en carretera, y de largo.
Luego tenemos la versión 2.5 PHEV, que tiene más potencia y que homologa 69 km de autonomía eléctrica. Perfecto para ciudad y circunvalaciones, pero con el mismo inconveniente que el que hoy estamos probando a la hora de viajar.

Este Kuga que hoy tenemos entre manos es por cierto el de tracción total. Que te preguntarás, ¿para qué la quiero? Bueno, claro está que no es una clase de coche en el que la vayas a aprovechar mucho, pero va aparejada a un sistema de suspensión trasera independiente reemplazando al eje de torsión de los Kuga de tracción delantera, por lo que ganas en confort y aplomo a alta velocidad.
¿Me compraría este Kuga? Los días a su volante me han hecho sentir cómodo. Es confortable, silencioso, me he gastado poco en gasolina… Pero lo que es la conducción no es que la haya disfrutado mucho. Hubiese sido diferente con el Kuga de gasolina normal.
Entiendo que el grueso de compradores de un SUV compacto ya busca cosas que se alejan de las sensaciones de conducción. Dicho de otro modo, a la mayoría les da igual el apartado dinámico. Yo es que soy de la minoría.

En el caso de escoger esta versión híbrida, entonces ahí tienes que decidir si pagar un par de miles de euros más por la tracción total que permite que el coche gane en confort a cambio de una pequeña penalización en el consumo.
Entonces, tendría un Ford Kuga, sin duda, pero no en esta versión. Preferiría tener la más modesta, aunque renunciase a algunas ventajas, como la etiqueta ECO.
Sin embargo hay que reconocer a este Kuga 2.5 FHEV que como herramienta de transporte para alguien que conduzca tranquilito, cumple muy bien. Tiene, en realidad, todo lo que esa clase de conductor busca.
Así es la gama Ford Kuga
VERSIÓN | POTENCIA | ETIQUETA | PRECIO (desde) |
1.5 EcoBoost | 150 CV | C | 36.871 euros |
2.5 FHEV | 180 CV | ECO | 39.537 euros |
2.5 FHEV AWD | 183 CV | ECO | 41.721 euros |
2.5 PHEV | 243 CV | CERO | 44.124 euros |
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