Desde su lanzamiento en 1991, el Astra ha destacado por ofrecer un atractivo diseño y un completo equipamiento tecnológico, aunque nunca destacó en el aspecto dinámico. Sin embargo, la quinta generación, de 2015, trajo consigo una considerable reducción de peso que, además de mejorar el comportamiento, supuso una notable rebaja del consumo.
Ahora, llega el restyling de este Opel generación que va más allá de la estética; de hecho, los cambios son casi imperceptibles, siendo el más evidente el paragolpes delantero. Esta renovación se ha centrado en la eficiencia, y para ello se ha reducido al máximo la resistencia al aire y cuenta con una gama de motores completamente nueva, tanto gasolina como diésel.
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Son bloques de tres cilindros con turbo que, curiosamente, no tienen nada que ver con los empleados en otras marcas del Grupo PSA, pese a que comparten muchas características técnicas. Estos propulsores fueron desarrollados cuando la marca alemana estaba integrada en General Motors y están perfectamente adaptados a la plataforma del Astra. Por último, cabe destacar que en el ciclo comercial de esta generación no tendrá versiones híbridas, híbridas enchufables ni eléctricas.
Opel Astra: un interior ordenado y bien resuelto
El diseño del interior no experimenta grandes cambios. Tan sólo es nuevo el sistema multimedia, que puede tener una pantalla táctil de hasta 8″, y la instrumentación, que combina pantallas y agujas. Ofrece muchísima información -temperatura de aceite, voltaje de la batería…- y se puede configurar para variar su aspecto.
La ergonomía resulta destacable con un reglaje generoso tanto de volante como de asientos. Con este acabado GS Line, los asientos son deportivos con una buena sujeción lateral. Por 1.200 euros pueden ser ergonómicos con certificación AGR… e incluso tener masaje.
Por calidad, el Opel Astra ofrece una buena sensación gracias a los materiales empleados, al ajuste de los plásticos y al tacto agradable de sus mandos. Eso sí, la guantera no va ni tapizada ni iluminada.
Delante el espacio es bueno. Las plazas traseras destacan por la altura disponible y espacio para las piernas. Por anchura, se encuentra en la media.
El maletero, con 370 litros, tiene una capacidad en la media del segmento. Dispone de unas formas regulares aunque se echa en falta algún sistema para sujetar la carga -el Sports Tourer lleva unas guías con ganchos-.
El Astra con acabado GS Line cuenta con una suspensión algo más firme que en el resto de la gama, que se traduce en una conducción ágil. Cabe destacar que hay dos tipos de suspensión trasera: la de serie que es mediante un eje trasero de torsión, y una opcional que añade unos tirantes para aumentar la rigidez; cuesta 300 euros. En lo que respecta a la dirección, también ha sufrido cambios, mejorando levemente su tacto en aceleraciones y en tramos bacheados. Los frenos cumplen sin problema.
Este Astra gasta poco y se muestra ágil
El Astra de 2015 experimentó una notable reducción del peso -200 kilogramos en el mejor de los casos-. En esta ocasión no hay una diferencia tan grande, aunque los 130 CV y 225 Nm de par del motor 1.2 turbo se muestran más que suficientes para mover con soltura los 1.280 kg que pesa esta versión. Además, gracias a las mejoras en la aerodinámica -entre otras medidas, ahora lleva una parrilla activa-, el consumo real es ajustado -5,7 L/100 km-. Eso sí, el motor es menos refinado que otros tricilíndricos, algo que también sucede en el diésel.
Veredicto
Estéticamente cambia poco, pero sigue siendo atractivo y muy equilibrado.
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