Volkswagen Tiguan 2.0 TDI 200 R-Line

Prueba del Volkswagen Tiguan R-Line 2.0 TDI 200: diésel y potente

El veterano Tiguan sigue siendo uno de los SUV compactos más aconsejables. Y en su versión diésel de 200 CV ofrece un equilibrio muy sugerente.

Es mal momento para los diésel. Demonizados tanto en medios generalistas como en barras de bar, no demasiada gente apuesta por comprarse uno. Sin embargo, son innegables sus virtudes (también sus defectos) y, mientras legalmente puedan comprarse, son una excelente elección en según qué casos.

Si hablamos del segmento de los SUV compactos, el motor diésel adquiere mucho peso. Normalmente te compras un coche de este tipo para un uso polivalente y para recorrer una cantidad de kilómetros media o alta, de modo que una mecánica diésel, de consumo contenido, tiene todo el sentido.

En esta ocasión tenemos un Volkswagen Tiguan entre manos, que aún mantiene tres motores de gasóleo en su gama. En realidad hablamos del mismo propulsor, el 2.0 TDI, pero con tres configuraciones de potencia: 122, 150 y 200 CV. Es este último el que nos ha cedido la marca, que únicamente se asocia al acabado deportivo R-Line, a la transmisión automática DSG de siete velocidades y a la tracción total 4Motion.

Volkswagen Tiguan R-Line TDI 200

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Si acudes al configurador de la marca, no lo encontrarás. Pero tranquilo, que es algo temporal. Se sigue vendiendo, pero ante los problemas que todos los fabricantes están teniendo con el suministro de componentes para garantizar plazos de entrega decentes, Volkswagen ha decidido cerrar temporalmente los pedidos de esta versión. Pero será sólo por una semanas y muy pronto volverá a la palestra. Resuelto esto, allá vamos:

Así es el VW Tiguan R-Line 2.0 TDI 200

Este SUV va por su segunda generación, que se lanzó en 2016 y fue reestilizada en 2020. Su veteranía le impide estar a la última (por ejemplo, la ausencia de hibridación ligera sólo le habilita a portar la etiqueta C), pero eso tiene su parte buena, como que por dentro todo sea más simple de manejar que algunas de sus alternativas. Mide 4,51 metros de largo, tiene cinco buenas plazas y ofrece un maletero de 520 litros que puede crecer hasta los 615 litros gracias a que los asientos traseros se pueden mover longitudinalmente.

Volkswagen Tiguan R-Line TDI 200 asientos

Es un modelo que presenta una buena calidad de acabados, si bien el último restyling de 2020 minó un poco este aspecto porque eliminó los botones del volante y del climatizador en favor de unos incómodos paneles táctiles que, aparte de lucir un aspecto ‘barato’, dificultan su manejo. Tienen una apariencia más moderna, sí, pero en todo lo demás son peores.

Esta unidad viene equipada con Head-Up-Display, que no es barato (805 euros) ni tampoco muy servicial puesto que, de nuevo debido a que el Tiguan es algo veterano, no refleja la información en la luna delantera, sino en una lámina que emerge de la parte superior de la instrumentación.

Así va el Tiguan diésel de 200 CV

Este Tiguan está basado en la plataforma MQB A2 del Grupo VW, que es la que precedió a la MQB Evo. Es una base muy correcta en términos de equilibrio. Ninguno de los coches sustentados sobre ella son una vorágine de emociones, pero todos ellos funcionan francamente bien.

Volkswagen Tiguan R-Line TDI 200 interior

Comenzando por el motor, su rendimiento se siente sobrado desde el primer momento. Aporta una ganancia prestacional considerable frente a la versión de 150 CV, con un empuje más enérgico desde cualquier régimen, especialmente si hablamos del comprendido entre 3.200 y 4.000 rpm. No hablamos de una diferencia enorme, pero sí muy notoria. ¿Hacen falta 200 CV en un coche de este tipo? Probablemente no, aunque aportan desahogo y dinamismo en la conducción.

Sensación de dinamismo a la que ayuda la suspensión adaptativa DCC y la dirección progresiva (1.185 euros extra por ambas cosas), que mejoran la agilidad y viveza de reacciones del automóvil. Sus 1.630 kg en vacío no se sienten tantos en marcha, lo cual habla bien del conjunto. La dirección es rápida y, aunque entre los modos de conducción no hay grandes diferencias, en ningún momento notas sensación de pesadez o aletargamiento en las reacciones del chasis.

Volkswagen Tiguan R-Line TDI 200

Aparte, la transmisión DSG es tan rápida como siempre, sobre todo en las marchas ascendentes, y la tracción total con embrague Haldex permite derivar fuerza al eje trasero ocasionalmente, lo cual no tiene mucho beneficio en uso cotidiano, pero aporta un plus de seguridad mejorando la motricidad sobre firme deslizante.

¿Y el consumo? Bueno, para tratarse de un vehículo diésel, no es especialmente bajo. Los 200 CV y, sobre todo, el ‘lastre’ de la tracción total, perjudican este apartado. Lo normal es moverse en unos 7,2 L/100 km de media. Siendo muy cuidadoso, en nuestras pruebas hemos llegado a visualizar 5,5 L/100 km, pero bajo condiciones muy favorables. Y si lo que quieres es divertirte y explotar los 200 CV y 400 Nm del motor, entonces te acercarás con facilidad a los 10,0 L/100 km.

Volkswagen Tiguan R-Line TDI 200

¿Merece la pena el Tiguan diésel de 200 CV frente al de 150 CV?

Es un asunto difícil de definir porque, si bien las prestaciones que ofrece son claramente mejores que las del mismo coche con la misma configuración pero con 50 CV menos, también es en torno a 5.000 euros más caro. Es decir, cada caballo extra te cuesta un billete verde de 100 euros. Los 9,3 segundos que precisa el ‘150’ para pasar de 0 a 100 km/h, son 7,5 segundos en esta versión superior de 200 CV sin que ello afecte mucho al consumo homologado: 6,5 L/100 km frente a 6,3 L/100 km.

Luego está la idea de que podrías renunciar a la tracción total 4Motion (sólo provechosa si vas a circular por carreteras de firme ocasionalmente deslizante) y ahorrarte otro montante, además de beneficiarte de un consumo algo menor. Porque este Tiguan R-Line 2.0 TDI 200 cuesta, o costará en cuanto vuelva al configurador, muy poco menos de 60.000 euros.

Pero bueno, en términos generales, este Tiguan R-Line 2.0 TDI 200 es una fantástica compra si lo que buscas es un SUV de corte familiar, que no sea muy grande, que esté bien hecho, que corra y que tenga un aspecto deportivo. Son cuatro atributos que casan con lo que muchos conductores buscan, yo entre ellos.

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