Los incendios, la falta de atención y cuidados o los procesos de desertización, así como la repoblación con especies no autóctonas, pueden abalanzarse sobre un espacio natural y convertirlo en un erial… o, al menos, en algo muy distinto al plan original de la naturaleza. Bosquia es una iniciativa que permite, tanto a empresas como a particulares, invertir en la recuperación de estos espacios como parte de su política de responsabilidad social.
Aunque replantar árboles con especies autóctonas contribuye a la reducción de las concentraciones de CO2 a través del efecto natural de secuestro de este gas por el crecimiento de los árboles (y en este sentido, a lo largo de su historia, Bosquia ha «compensado» más de 50.000 toneladas de CO2), el propósito de Bosquia no es centrarse en la compensación de CO2, sino en la regeneración y recuperación de espacios naturales.
Vamos a profundizar un poco más en el plan de Bosquia para la naturaleza….
Bosquia: más allá de la compensación de carbono, una misión de preservación
Bosquia nació en 2017, en respuesta a los devastadores incendios forestales en Galicia. Según Francisco del Cid, CEO de Bosquia, la misión de la empresa va más allá de la simple compensación de emisiones de CO2; se trata de preservar la naturaleza. Desde sus inicios, Bosquia ha experimentado un crecimiento significativo, convirtiéndose en una start-up en proceso de internacionalización, con operaciones en España, Portugal y América Latina.
La colaboración con los ayuntamientos es clave para el modelo de negocio de Bosquia. Los terrenos donde se plantan los árboles son públicos y pertenecen a los ayuntamientos, que se comprometen a un acuerdo de 30 años. Bosquia se encarga de todo el ciclo de vida del árbol, desde la plantación hasta el mantenimiento, asegurando su perdurabilidad en el tiempo.
Entre los patrocinadores de Bosquia se encuentran empresas de renombre como Norauto, Continental, Northgate, Guppy, Charge Guru, Drivex y TotalEnergies. Francisco nos comenta que estas colaboraciones no suelen tener como objetivo la obtención de certificados de reducción de carbono. En muchos casos, son iniciativas impulsadas por los departamentos de Recursos Humanos de las empresas o se utilizan como dinámicas de grupo.
El mantenimiento de los árboles es una tarea compleja y sus costes varían según la ubicación. En zonas húmedas, las labores son más sencillas y los costes más bajos. Pero en áreas más secas, las tareas de abono y riego pueden tener un coste significativo. Francisco estima que el coste total de mantenimiento a 30 años para los 450,000 árboles plantados hasta ahora sería de unos 2,5 millones de euros.
Bosquia: participación Ciudadana y Futuro
Los árboles plantados por Bosquia no son seleccionados con fines comerciales. Muchas veces son frutales y no están diseñados para ser explotados. Además, cualquier persona puede «apadrinar» un árbol, y aunque actualmente no se utiliza tecnología blockchain para certificar la existencia de los árboles, es una posibilidad que se está considerando para el futuro.
Este principio de repoblación con flora autóctona garantiza, en cierto modo, la supervivencia del entorno tras superar ese enorme plazo de tiempo. Las explotación maderera requiere de especies que con frecuencia no son autóctonas, mejoradas genéticamente para crecer deprisa (como el eucalipto, excelente fuente de pulpa de papel) o ofrecer troncos gruesos y rectos de los que poder extraer un buen número de tablas de manera eficiente. Al replantar con flora autóctona, Bosquia deja a un lado cualquier consideración sobre el valor comercial futuro: sólo cuenta el valor medioambiental.
Con más de 450,000 árboles plantados y más de 150 hectáreas de terreno cubiertas, el impacto de Bosquia es innegable. La empresa tiene planes ambiciosos y su modelo podría servir como ejemplo para futuras iniciativas de sostenibilidad.
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