Sin embargo este interés choca con el de los fabricantes de este tipo de coches: una de las características apreciadas por los usuarios de este tipo de vehículos es, precisamente, su silencio de funcionamiento. Por ello el debate sobre la obligatoriedad de montar este tipo de dispositivos está a la orden del día.
En EE.UU el tema está algo más avanzado. En 2011, por presiones de la federación nacional de ciegos del país se consiguió firmar una ley que obligaba a la implementación de estos dispositivos pero la administración para la seguridad del tráfico (NHTSA) retrasó la entrada en vigor de esta ley. No en vano, por otro lado se intenta aumentar por muchas instituciones los parques móviles de estos coches y poner trabas no es precisamente adecuado. Por ahora, el tema esta «parado» hasta 2018.
El debate viene en el país norteamericano desde lejos. Hace 15 años se presentaban los primeros vehículos «silenciosos», los primeros híbridos y con ellos ya se detectó este problema. Hubo dos estudios sobre el asunto; uno, el primero, elaborado en 2009 decía que ese problema no era tal: los coches eléctricos e híbridos no estaban involucrados en más accidentes de este tipo que el resto de los coches. Sin embargo el siguiente, en 2011, estimaba que el peligro de atropellos con estos coches era un 35% superior. Claro, que el primer estudio se realizó en sólo 12 estados y se consideraron los anteriores 9 años: antes de que el número de estos coches en la calle pudiese tener algún peso en un estudio así.
Mientras tanto algunas marcas están tomando medidas en solitario: Nissan en el Leaf monta un sistema que emite un sonido cuando circulan por debajo de 18 mph (28,9Km/h). Chevrolet monta en el Volt y Spark un sistema que puede ser conectado por el conductor si lo estima necesario.
