neumaticos

Dos cosas fundamentales que necesitan rodaje en tu coche y que, quizá, no sabías


Todo lo que sea estrenar un coche o bien sustituir algunas piezas por otras de recambio puede ser susceptible de necesitar un mínimo periodo de rodaje. Aquí te mostramos dos de los elementos más comunes, ya sea por ser nuevos o porque se hayan sustituido por mantenimiento.

En nuestra web de Autofácil encontrarás diferentes entradas sobra la necesidad de rodar el motor de un coche o la caja de cambios cuando son nuevos. Sin embargo, en esta ocasión vamos a hablar de dos cosas que necesitan también cierto rodaje, ya sea cuando el coche está nuevo o cuando los sustituyamos por mantenimiento: los frenos y los neumáticos.

Las pastillas y los discos de freno necesitan un breve periodo de adaptación.

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En el caso de los frenos, básicamente hay tres elementos que se deben sustituir cuando sea necesario: el líquido de frenos, las pastillas y los discos de freno. Si empezamos por el líquido, aquí no hay nada que rodar, ya sea cuando el coche sea nuevo o cuando lo sustituyamos cuando toque, que es cada dos años.

Sin embargo, en el caso de los discos y las pastillas, la cosa es diferente. Cuando el coche está nuevo, los discos están perfectamente planos,. Como las pastillas. Sin embargo, la forma en la que el pistón de la pinza presiona las pastillas contra el disco termina generando siempre que no se produzca la mismo fuerza sobre toda la superficie. Por eso, y porque los materiales al principio suelen tener diferentes capaz de protección que pueden reducir levemente la capacidad de frenada, es importante realizar un pequeño rodaje que se completará cuando hayamos recorrido entre 500 y 1.000 kilómetros, siempre dependiendo de por dónde los hagamos y de cuánto frenemos (no es lo mismo 200 kilómetros por autopista sin frenar, que 50 kilómetros bajando un puerto, por ejemplo).

Por eso, es importante anticipar un poco la frenada sobre todo al principio, hasta que nos acostumbremos a la frenada del vehículo y que, al mismo tiempo, esa primera capa desaparezca y, también, los discos y las pastillas se vayan amoldando entre sí. Cuando esto ocurra, el coche frenará a la perfección. Lo normal es que apenas notemos diferencias, pero sí es posible que notemos que, al principio, el coche frenaba un poco menos.

Es importante que las frenadas sean progresivas y normales, sin brusquedades ni pisotones. También debemos evitar una conducción exigente con los frenos, por ejemplo, bajando un puerto a ritmo elevado y con fuertes frenadas, pues eso sólo servirá para acelerar el desgaste e, incluso, terminar doblando los discos o cristalizando las pastillas por exceso de temperatura (algo que nos puede pasar tanto cuando son nuevos como si ya tienen muchos kilómetros si conducimos de esa manera).

Cada coche tiene una forma de pisar; de ahí que el neumático necesite un mínimo de tiempo para adaptarse.

Si hemos cambiados las pastillas por mantenimiento, ten en cuenta que el disco no estará completamente plano, de manera que necesitaremos otro pequeño rodaje hasta que las nuevas pastillas se adapten al desgaste del disco. En este caso, a adaptación de la pastilla al disco es rápida, por lo que nos bastarán con 100 ó 200 kilómetros de rodaje a lo sumo. Si cambiamos discos pero no pastillas, estamos en las mismas, aunque es muy probable que, si cambiamos los discos, cambiemos las pastillas. En ese caso, de nuevo, necesitaremos también un rodaje similar a cuando el coche sea nuevo.

Por cierto, estos consejos son válidos para unos frenos convencionales. En caso de emplear pastillas de competición para participar por ejemplo en unas tandas, es importante leer las instrucciones, pues ahí se detalla claramente cómo se deben rodar ese tipo de pastillas.

En cuanto a los neumáticos, ocurre algo similar. No hay ningún coche que tengan las cuatro ruedas completamente paralelas entre sí. Cada coche tiene unas cotas de convergencia y caída, y eso, unido a la forma en la que apoya el neumático cuando giramos, hace que no todo el neumático esté siempre en contacto con el suelo de la misma forma. Por eso, el neumático necesita un tiempo para adaptarse a la forma de pisar del coche, algo que sucederá en unos 100-200 kilómetros.

Por eso, lo más importante es que, durante esos primeros kilómetros, conduzcamos con suavidad, evitando acelerones, frenazos y volantazos bruscos. Por supuesto, es muy importante que nos aseguremos de las presiones estén correctamente ajustadas. Si no lo hacemos así, provocaremos pequeños desgastes irregulares que, normalmente, provocarán vibraciones y un desgaste irregular más acusado a lo largo de la vida del neumático.

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