El Parque Natural de la Dehesa del Moncayo es el objetivo principal de esta aventura off road de fin de semana. Y decimos aventura, ya que fuera de todo plan y siendo poco esperable en plena canícula de julio, durante la visita a este parque natural sufrimos uno de los aguaceros más feroces (no hablamos de tormentilla de verano) que hemos tenido en campo abierto. Mientras confeccionábamos el rutómetro, la pertinaz cortina de agua que caía sobre nosotros y la colección de rayos de todas las formas y tamaños invitaba a dejarlo todo para otro día. Pero la casualidad o el destino mágico que teníamos en mente quiso que realizáramos esta ruta, en lugar de con el habitual Suzuki SX4, con un eficaz Suzuki Grand Vitara calzado con unos especializados Cooper Discoverer ATR. Así, gracias a esta pequeña preparación, tuvimos la oportunidad de conocer y disfrutar unos paisajes en pleno ejercicio de sus poderes y el disfrute de la naturaleza en su estado más puro.
Para confecionar el rutómetro, iniciamos la marcha en tierras sorianas por un recorrido entre villas marcadas por la constante presencia de viejos torreones defensivos. Éstos, curiosamente, han sido el objeto de la creación de una pequeña encrucijada de caminos correctamente balizada y pensada para visitarlos a lomos de nuestras bicicletas de montaña.
Arrancamos en Cardejón
Nada más amanecer y con todo el equipo en el coche, iniciamos la ruta en Cardejón. Se trata de una pequeña población al pie mismo de la N-234 que une la capital soriana con Calatayud. Sobre el kilómetro 319 y tras la iglesia sale la pista que nos terminará llevando hasta nuestro objetivo final: el Santuario de Nuestra Señora del Moncayo, a nada menos que 1.621 metros de altitud.
Puestos en marcha, el primero de los torreones que nos saldrá al paso es el de Jaray. No debemos tomarlo precisamente como una de las mejores referencias, pues su estado es prácticamente ruinoso. Pero el recorrido dibujado en el mapa está jalonado por otros muchos en mejor estado de conservación. Así, el rutómetro nos guiará por los de Hinojosa del Campo, Noviercas, Ólvega y Muro. Éstas no son las únicas poblaciones que cuentan con torreones defensivos, ya que otras más están incluidas en los recorridos BTT (bicicletas de montaña) balizados. La verdad es que bien merecen visitarlas también. Pero nuestro destino no era éste.
Lo que también recomendamos es echar pie a tierra en cada hito y no sólo contemplarlos de cerca o fotografiarlos. Incluso agrada llegar a tocar con nuestras manos estos pétreos y mudos testigos de la historia. Si tuviéramos que destacar alguno en especial, nos quedaríamos sin duda con el de Noviercas, que además es completamente visitable. Este torreón-atalaya, fechado en el siglo X, es de los más imponentes por presencia y también el que se encuentra en mejor estado de conservación. Además, como curiosidad adicional, entre el caserío circundante al torreón veremos en este pueblo la vivienda que perteneció a Gustavo Adolfo Bécquer y su esposa, Casta. La reconoceremos por una placa con un bajo relieve de la cara del poeta).
De la soriana Ágreda a la maña Tarazona
Dejamos los campos de cereal y las moles defensivas que nos rodean para visitar ahora dos importantes poblaciones, una al lado de la otra. Curiosamente, la geografía política ha querido que Ágreda sea una típica población soriana y la próxima Tarazona tome el cachirulo como estandarte de su aragonismo. Próximas y hermanas, compiten en protagonismo turístico, robando una a otra el tiempo disponible a la hora de visitarlas.
Dicen de Ágreda que es la villa de las tres culturas –cristiana, árabe y judía– y que entre sus laberínticas callejuelas el tiempo se ha detenido. El propio trajín de los siglos inspiró al mismísimo Machado cuando escribió: “Barbacana hacia Aragón en Castellana tierra”. Sin duda, es una de las ciudades más monumentales de toda Soria y los recorridos por el barrio moro o hacia la basílica de la Virgen de los Milagros son sólo dos opciones de las muchas que podemos encontrar.
De aquí, el viajero tiene obligación con la maña Tarazona. Son poco más de una quincena de kilómetros lo que distancia física y culturalmente una villa de otra, pero nada más entrar en Tarazona se nota que el cambio es significativo. La leyenda dice que Tarazona fue fundada por Túbal y Caín, y posteriormente refundada por Hércules.
Pero su bautismo histórico se debe a los romanos en el siglo I a.C. Las vicisitudes históricas de esta villa la han hecho grande a lo largo de su historia; destruida y reconstruida varias veces, sólo perdió su esplendor cuando las rutas de tránsito comercial la dejaron apartada. Hoy es una ciudad viva, diferente y con una importante actividad cultural. Su visita, por sus empinadas calles, nos llevará más tiempo del previsto… y no sólo por el esfuerzo, sino por la intensidad de sus callejuelas, en las que los relojes se detuvieron hace siglos.
Edificación monacal en Veruela
Y si el tiempo se detuvo hace siglos en Tarazona, los minutos del viajero no; así que el ritmo obliga a dejar atrás tal cúmulo de historia para hacer la propia en el camino hacia el Monasterio de Veruela. En pocos kilómetros y a la salida de Vera del Moncayo, encontramos esta edificación monacal de gran importancia en la actividad cultural de la Diputación Provincial de Zaragoza. Aquí se celebran tantas actividades, que son miles los visitantes que hasta aquí llegan a lo largo de un año.
Llama la atención que el Monasterio de Veruela estaba prácticamente abandonado hace más de una década y media. Sin embargo, hoy y con buen criterio la Diputación le ha dado el esplendor y protagonismo que se merece auspiciado, sin duda, por la vinculación de Bécquer con este cenobio (aquí se inspiró el libro Cartas desde mi celda). Curiosamente, no pudimos visitarlo con nuestra cámara de fotos en ristre, pues el amable funcionario nos dijo que se trataba de un instrumento no autorizado. De cualquier forma, en nuestra retina quedaron grabadas unas imágenes inolvidables… que sólo podemos compartir mediante este texto.
Para la subida al Santuario del Moncayo, pueden tomarse diferentes decisiones. La más directa sale desde el mismo Monasterio de Veruela, alternando pista asfaltada, pista forestal y el último tramo de camino roto hasta el Santuario. También es posible desviarse por Trasmoz para visitar su enigmático castillo y, desde allí, ascender finalmente a la montaña mágica, que es como se conoce por esta zona al Moncayo. En ambos casos, el disfrute es máximo y perdernos por el Parque será, posteriormente, la mejor opción.
Datos útiles
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