La larga y fructífera etapa del spaghetti western, en el que múltiples directores italianos lograron recuperar el género en nuestro país, parece ya lejana. Pero según pasan los años películas como El bueno, el feo y el malo, sin duda la más conocida y relevante de todas las películas del oeste rodadas en nuestro país, adquiere cualidades míticas.
Para empezar, por la presencia en el reparto de Clint Eastwood, entonces todavía un joven actor de televisión que buscaba hacerse un hueco. Y vaya si lo hizo, convirtiéndose en una de las figuras más relevantes de Hollywood hasta hoy. La Volkswagen Mutivan es el vehículo perfecto para recuperar este territorio que podría ser Dakota, Nuevo México o Arizona.
La ruta burgalesa de El bueno, el feo y el malo recorre varios escenarios de la provincia de Burgos que en la película representaban el Far West norteamericano. Al ser naturaleza abierta, la mayoría de los escenarios naturales permanecen tal cual desde mediados de los sesenta, cuando se rodó la película.
Algunos, eso sí, han aprovechado la fama y conservan los escenarios. La asociación cultural Sad Hill, llamada así por el célebre cementerio de la escena final de la película, se ocupa de cuidarlos y reivindicarlos. La carretera sin asfaltar desde Santo Domingo de Silos tiene algo de camino de peregrinación. Todos los días algún coche sube la cuesta pensando que algún pistolero a caballo se va a cruzar en el camino. La Volkswagen Multivan es perfecta para llegar hasta allí y poder llevar todo lo necesario para montar un buen picnic.
En otros solo hay restos del paso del equipo. Es el caso de la prisión de Betterville, un fuerte destinado a dar palizas como las que recibe Tuco en la película, que ahora es un escenario natural con abundantes restos de murallas, fosas y paredes repartidos por el territorio a modo de recuerdo de la cárcel cinematográfica que una vez fue. Estamos en un desfiladero de piedra caliza formado por el río Mataviejas situado cerca de la localidad de Carazo, en Majada de las Merinas, como punto inicial de nuestra ruta.
Retomamos la ruta a través de imponentes llanuras que el director Sergio Leone utilizó para hacer cabalgar a Eastwood en los momentos finales de la película. Es el perfecto prólogo para el que quizás es el escenario estelar de la ruta, el célebre cementerio de Sad Hill que ha dado nombre a un reciente documental, ubicado entre Santo Domingo de Silos y la localidad de Contreras, en el valle de la Mirandilla.
Aún pueden observarse con claridad los cercos y las propias tumbas, rememorando la famosa escena de Eli Wallach corriendo entre los túmulos. Hay una ladera de 1.280 metros que, eso sí, tendremos que subir antes de contemplar este paisaje de la Sierra de la Demanda, a los pies de la Peña del Carazo.
Hasta 5.000 tumbas falsas diseminadas por varios centenares de soldados españoles que contribuyeron al rodaje que forman círculos concéntricos hasta una plaza central en la que se desarrolla el duelo final de la película entre Tuco, Rubio y el «malo», o si quieren, Lee Van Cleef.
Después de llegar con nuestro VW Multivan hasta Lerma y alojarnos en nuestro Parador, la vida se ve de otra manera. Una ración de morcilla o una buena porción de asado es la excusa para tomar al día siguiente la carretera que sigue por el río Arlanza.
Las escenas de la Misión de San Antonio fueron rodadas en el monasterio de San Pedro de Arlanza, en Hortigüela, aunque solo los interiores: el exterior pertenece al cortijo del Fraile en Níjar (Almería), un tanto lejos de nuestra ruta burgalesa. En lo que respecta a la localización, parte de las habitaciones usadas están hoy en ruinas, pero otras no: por una ventana puede verse la ermita de San Pelayo en un promontorio.
La última gran localización de la ruta es la del puente Langstone, donde tiene lugar una de las batallas más espectaculares y la voladura de un puente, que tuvo que repetirse varias veces y para la que se usaron más de una decena de cámaras.
El ejército español tuvo que reconstruir el puente en una semana para las sucesivas tomas de la voladura. Se logró a la tercera vez con nada menos que 400 kilos de TNT. La escena se rodó en el valle de Arlanza, a 3,5 kilómetros de Hortigüela, desde donde con toda seguridad debieron escuchar la tremenda explosión. Muy cerca de aquí nos espera Covarrubias y Salas de los Infantes, punto final de esta excursión con sabor tex-mex español.