En España, el Instituto Universitario de Investigación de Tránsito y Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (INTRAS) indica que al menos el 10% de los conductores son agresivos al volante. ¿Lo peor? Que estas cifras podrían multiplicar por diez el riesgo de sufrir accidentes con víctimas y por treinta el de accidentes con heridos graves.
El grado de aislamiento y anonimato que proporciona el vehículo facilita la expresión de impulsos agresivos que normalmente suelen quedar ahí, pero no siempre. Factores externos como el tráfico denso, las prisas o los problemas de aparcamiento pueden desencadenar reacciones agresivas de palabra, gestos o con el propio vehículo -esto ya es mucho más grave-.
Qué influye en la agresividad del conductor
Los factores que influyen en esta agresividad se dividen en internos y externos. Entre los internos destacan el estado emocional y la personalidad, la interpretación de las situaciones, la falta de empatía y la sensación de impunidad y anonimato dentro de nuestra burbuja que es el habitáculo del vehículo.
Los factores externos incluyen el tráfico, la prisa por llegar, la falta de aparcamiento, el ruido ambiental y las temperaturas inadecuadas -más ahora con el calor-, todos ellos contribuyendo a un aumento de la frustración y, en consecuencia, de la agresividad.
El coche se ha convertido en una extensión de nuestro hogar, y al estar dentro de él, nos sentimos más vulnerables a los ataques externos, lo que facilita la expresión de comportamientos agresivos.
Estudios de investigadores estadounidenses vienen proponiendo desde hace tres décadas, una relación entre la ira al conducir y el comportamiento agresivo. A partir de esta hipótesis, se desarrolló la Driving Anger Scale (DAS), una herramienta que mide la propensión a experimentar ira en diversas situaciones de conducción.
La DAS clasifica 33 comportamientos que provocan ira al volante en seis categorías: gestos hostiles, descortesía, conducción ilegal, presencia de la policía, conducción lenta y tráfico obstruido. Investigaciones indican que los conductores con una alta puntuación en la DAS no solo se enojan más frecuentemente y con mayor intensidad, sino que también exhiben comportamientos más arriesgados y se ven involucrados en más accidentes de tráfico.
La agresividad al volante se refleja en situaciones cotidianas
Lo interesante es que la ira al volante no es un fenómeno aislado. El estudio del ONISR francés también ha revelado que los conductores con altos niveles de ira también tienden a enojarse más en situaciones cotidianas fuera del contexto vial. Este hallazgo sugiere que la agresividad en la carretera es un reflejo de un rasgo de personalidad más amplio.
La Driving Anger Expression Inventory (DAX) es una herramienta complementaria a la DAS que mide cómo los conductores expresan su ira. Este inventario incluye ítems sobre la expresión verbal agresiva, la expresión física personal agresiva, el uso del vehículo para expresar la ira y la expresión adaptativa y constructiva.
La forma en que se expresa la ira puede variar significativamente entre individuos, influenciando su comportamiento y seguridad al volante. Otros estudios han demostrado que la búsqueda de sensaciones y la impulsividad también están ligadas a la ira y a la transgresión de normas.
Conductores que disfrutan de la conducción arriesgada tienden a irritarse más cuando algo les impide mantener su estilo de conducción, y los comportamientos de riesgo pueden ser una vía para liberar la frustración acumulada.
No hay soluciones mágicas para eliminar la agresividad al volante, pero hay estrategias que pueden ayudar: ejercicios de respiración, escuchar música relajante y la promoción de la conducción ecológica -el conductor de coche eléctrico puede hablar de cómo ha modificado su forma de enfrentarse a sus recorridos habituales- son algunas técnicas recomendadas.
Además, intervenciones cognitivo-conductuales han mostrado ser efectivas para reducir la expresión agresiva de la ira, como puede ser focalizar plenamente nuestra atención en la conducción para evitar reacción impulsivas o desafiantes.
Del mismo modo prever posibles atascos nos preparará para evitar situaciones de tensión. También es interesante evitar hacer juicios del resto de conductores porque no conocemos sus circunstancias o trabajar la tolerancia para reducir la frustración.
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