La combinación de la tracción total, un eje rígido trasero y un peso realmente bajo –Suzuki declara entre 810 y 905 kilos en orden de marcha en función de su equipamiento- convierte a este pequeño SUV en un automóvil único. En un cuerpo de apenas 3,70 metros, el Suzuki Ignis se presenta como un pequeño todocamino con un enorme potencial en campo y sin apenas rivales capaces de ofrecer este buen comportamiento fuera de asfalto. Para encontrar un adversario ‘digno’ tenemos que mirar al Fiat Panda 4×4, cuyas dimensiones y prestaciones son casi idénticas.
En ciudad, esta segunda generación del Suzuki Ignis es muy agradable de conducir. La dirección no pesa, el radio de giro es muy reducido y su único motor, un bloque de gasolina 1.2 de 90 CV, es ágil y bastante frugal. Pero dejemos de lado sus cualidades en asfalto para centrarnos en su eje rígido, una solución cada vez más difícil de ver en el segmento de los todocaminos e inédita en el mercado de los SUV urbanos.
Las versiones 4×4 del Ignis sustituyen el sencillo eje trasero torsional con ruedas tiradas por un eje rígido guiado por dos brazos longitudinales y una barra Panhard. Desde nuestro punto de vista, esto es todo un acierto fuera de asfalto, ya que aporta robustez, una altura constante al suelo y una mayor articulación de las ruedas. Eso sí, también existen puntos negativos que no podemos obviar.
En este breve vídeo, Pablo Poza, director de la revista Fórmula TodoTerreno, nos descubre todas las ventajas y desventajas del eje rígido trasero, una elección que convierte al Suzuki Ignis en uno de los modelos más divertidos de conducir fuera de asfalto.