Tan solo quince kilómetros le bastaron al Venturi VBB-3 para escribir su nombre en el libro de los récords como el automóvil eléctrico con mayor velocidad punta en su categoría. Aunque el desafio estaba previsto para al canzar la máxima velocidad en 20 kilómetros, las condiciones meteorológicas impidieron preparar la pista en su totalidad en el lago salado de Bonneville.
El propio piloto de la prueba, Roger Schroer, con once años de carrera, afirmó no haber visto una pista en condiciones tan difíciles en toda su vida. El coche se deslizaba rebotando en las zonas húmedas en una pista excesivamente bacheada.
El vehículo, una especie de cohete eléctrico, fue fabricado por Venturi en colaboración con la Universidad de Ohio. En su interior guarda 3.000 caballos de potencia y aunque aspiraba a alcanzar los 650 km/h, finalmente solo pudo llegar a los 386,758 km/h durante dos kilómetros. La marca supone un nuevo récord en la categoría de peso superior a 3,5 toneladas, pero no es un récord absoluto.
En el año 2010, el Venturi VBB-2.5 alcanzó los 495 km/h. Pese a no haber alcanzado el objetivo de los 600 km/h, Gildo Pallanca Pastor, Presidente de Venturi Automobiles, se mostró satisfecho con el resultado y afirmó que la seguridad siempre está por delante del resto de objetivos.
