La empresa GFK Emer, experta en análisis e investigaciones científicas operativas y de alta calidad, ha sido la encargada de llevar a cabo la parte científica del Golf GTI Experiment, utilizando herramientas como el Eyectracker, EEG + Galvanómetro, Emosensor + Scene to Scene para elaborar este estudio. Así, con la ayuda de herramientas de rastreo de la mirada o medición de la actividad cerebral, entre otras, se han podido extraer datos cuantitativos de las reacciones suscitadas por diferentes estímulos referentes al Golf GTI.
Este tipo de técnica, llamada «neuromarketing» permite saber cuál es el recorrido y la velocidad de la mirada, en este caso ante el vehículo, definiendo aquellas partes que generan más atracción, además de identificar las emociones que despiertan.
Las conclusiones
El cerebro humano reacciona rápidamente ante el estímulo de algo que observamos e inmediatamente nos gustaría tener: transmite la sensación de deseo. Los sentimientos detectados de manera universal tras el experimento con el Golf GTI han sido precisamente deseo, interés, curiosidad, confianza y comodidad. Todas las generaciones, desde el Golf I al Golf VI, han generado estas emociones en mayor o menor medida, y como respuesta unánime, las siglas GTI han provocado marcados picos emocionales.
El Golf es un mito. Eso ya se sabe. Su popularidad y la fidelidad de los conductores de todo el mundo con este modelo refuerzan su posicionamiento como un icono inconfundible. El modelo estrella de Volkswagen ha forjado esta posición con argumentos contundentes en lo que a tecnología y conducción se refiere, pero también gracias a atributos que van más allá.
Las conclusiones de este GTI Experiment redundan en esta idea. Convertirse en objeto de deseo y despertar reacciones sensoriales que ningún otro vehículo logra igualar, no es fácil. Si, además, se añaden las siglas más famosas de la marca, el resultado se acentúa.