Desde un cable de carga que nunca toca el suelo y hasta un adaptador que convierte tu coche en un generador eléctrico rodante, estos pequeños gadgets son capaces de endulzar la electromovilidad, haciéndola un poquito más fácil. Eso sí… antes de comprarlos, tres recomendaciones: no te tires a las ofertas, rechazas imitaciones procedentes de dudosas páginas asiáticas y úsalos con responsabilidad.
El cable Tipo 2 a Tipo 2 en espiral
Muchos cargadores de corriente alternas de hoteles y centros comerciales vienen sin manguera incorporada. Entonces, para cargar, hay que sacar un cable de cinco metros del maletero, desenrollarlo, restregarlo por un suelo inmundo y enchufarlo. Y esa, es la parte fácil. Lo peor viene cuando tienes que manipular sin guantes un cable lleno de porquería y orina (sí, los perros existen) y enrollarlo meticulosamente para guardarlo en el mismo maletero en el que llevas la compra o tus maletas.
La solución son los cables auto-enrollables en espiral. Un cable que se recoge solo y nunca toca el suelo puede parecer una tontería… hasta que lo usas por primera vez. El de la imagen es un cable “de pura cepa”, fabricado por Phoenix Contacts (uno de los diseñadores del conector de Tipo 2) y capaz de cargar en trifásico hasta a 22 kW de potencia. Disponible desde unos 450 euros, aunque las versiones monofásicas son mucho más asequibles.
El cargador portatil
Para el que sabe buscar bien, el mundo está literalmente lleno de puntos de carga. Los enchufes schuko domésticos permiten cargar coches eléctricos… si contamos con un cable de Modo 2 o “de emergencia”. Pero hay vida más allá de los enchufes “de pared”. ¿Has ido de camping? ¿Has estado en un concierto? En ese caso habrás visto unos enchufes azules y rojos de apariencia robusta llamados CETAC. ¿Sabías que puedes conectar a ellos una wallbox portátil y cargar hasta a 22 kW de potencia (si el cargador de tu coche es compatible)?
Un cable de Modo 2 es precisamente eso: un dispositivo capaz de convertir cualquier enchufe industrial en un punto de encarga. La clave reside en la caja intercalada en el cable, que cuenta en su interior con todas las protecciones de un wallbox o caja mural convencional. La de la imagen es de V2C, se llama EV Portable, y está disponible desde 586 euros (con un enchufe Schuko; consultar precios para conexiones CETAC en www.v2charge.com).
El adaptador V2L
Algunos coches son capaces de usar su cargador embarcado a la inversa, proporcionando corriente a 220 voltios para enchufar electrodomésticos. Esta solución se distingue de las tomas a 220 voltios que llevan algunos coches en la cantidad de potencia que puedes obtener: más de 2.500 vatios. Lejos de limitarse a alimentar un portátil, tenemos la opción de enchufar un aspirador, una hidrolimpiadora… o incluso de cargar otro coche eléctrico. Si tu coche cuenta con la capacidad, pero no incluye el adaptador, ten en cuenta que puedes hacerte con uno por alrededor de 100 euros… (entre 3 y 5 veces menos de lo que te cobraría la marca). El de la imagen, por ejemplo, sale por 105 euros en Amazon.
El alargador
Todos (pero todos, eh) los manuales especifican claramente que no se deben usar alargadores para cargar un coche eléctrico. Y es lógico: el que fabrica el cable de Modo 2 no sabe qué concepto tendrás de alargador. Conectar un coche eléctrico a un alargador de cable plano y dos hilos (lo que conocemos como cable de lámpara) es una receta para el desastre. Pero no todos los alargadores son iguales. Hay alargadores para conectores CETAC que cumplen perfectamente con la normativa… y alargadores para tomas schuko (con cables de 2,5 mm2 de sección) que puedes usar con las debidas precauciones.
La clave es comprar uno de calidad, desenrollarlo bien y ajustar en el coche una potencia inferior de carga (por ejemplo, 8 amperios). Esta última precaución compensará las pérdidas del alargador, manteniendo la intensidad en el enchufe dentro de parámetros aceptables. ¿Empalmar cables de carga? Eso sí que no es buena idea: el conexionado interior está diseñado para detectarlo y que no funcionen.
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