En un mundo donde los vehículos eléctricos están tomando la delantera, las empresas automotrices están buscando desesperadamente formas de mantenerse al día. Audi, subsidiaria de Volkswagen AG, no es una excepción. Recientemente, Audi ha anunciado su colaboración con SAIC Motor Corp Ltd., una empresa estatal china, en proyectos de vehículos eléctricos.
Audi ha estado luchando con retrasos en el desarrollo de una nueva plataforma de EV, la PPE, lo que ha obstaculizado su capacidad para competir con los fabricantes de EV europeos y chinos. La compañía, que reemplazó a su director ejecutivo hace poco, está empezando a sentir la presión para mejorar las ventas, especialmente en China y en el segmento EV. Y eso requiere, de manera urgente, de la puesta a punto de plataformas que vayan más allá de la actual MEB. Y una alternativa obvia para acelerar el proceso es contar con algún grupo que comparta contigo, con carácter de urgencia, su plataforma eléctrica.
SAIC, por otro lado, ha confirmado la asociación pendiente con Audi en relación con las plataformas de EV de próxima generación. Aunque la extensión de esta colaboración sigue siendo un poco vaga, lo que está claro es que Audi está buscando tecnología de plataforma de EV en China, y SAIC parece ser el socio elegido.
La colaboración entre Audi y SAIC es un intento de fortalecer sus respectivas posiciones en el mercado automotriz chino. Sin embargo, la necesidad de Audi de buscar una plataforma de vehículos eléctricos alternativa o complementaria a la arquitectura de la Plataforma de Sistemas Escalables (SSP) de su matriz Volkswagen Group, que ha sufrido retrasos, plantea preguntas sobre el propósito, a largo plazo, de esa asociación.

Un mundo que avanza muy deprisa
La alternativa a la MEB dentro de Volkswagen sería la SSP, que consistiría en una versión mejorada y alternativa de la MEB e inferior a la PPE. Sin embargo, los planes de Audi de basar futuros vehículos eléctricos en la arquitectura SSP se han visto interrumpidos por continuos retrasos en el desarrollo de software, incluyendo un nuevo sistema operativo, con denominación interna E3 2.0. Este software se considera un componente clave de la arquitectura SSP y de su capacidad para proporcionar diferentes niveles de conducción autónoma.
Como alternativa para los modelos que se venderán en China, Audi está considerando usar la plataforma de vehículos eléctricos desarrollada por SAIC para el sedán IM L7 y el SUV IM LS7. Sin embargo, esto parece más una solución temporal que una estrategia a largo plazo.
En resumen, la colaboración entre Audi y SAIC parece ser una medida transitoria por parte de Audi para mantenerse al día en el mercado de EV. Aunque puede proporcionar un impulso temporal, que la sinergia permanezca a largo plazo y favorezca a Audi es discutible.
Audi necesita hacer más que simplemente adquirir tecnología de otra compañía para mantenerse su relevancia en un futuro mercado protagonizado de manera prioritaria por coches eléctricos. Necesita invertir en su propio desarrollo y crecimiento, en lugar de depender de las capacidades de otra empresa, para hacer realidad de nuevo lo que reza su divisa, «a la vanguardia de la técnica».
Se necesita una economía de guerra
¿Cómo hemos llegado a esta situación? Existen varios problemas, son muy grandes y resultan evidentes e innegables. El primero de todos reside en que el mercado de los eléctricos avanza increíblemente rápido. Puede que en España no nos lo parezca, pero avanza deprisa en Europa, donde las ventas de eléctricos han superado por primera vez a los diésel… y avanza a un ritmo galopante en China, donde la cuota eléctrica ya ha superado el 35% y progresa debocada hacia el 50% del mercado.
Lo anterior significa que cualquier fabricante sin tecnología punta en electrificación se va a quedar descolgado en China, que es el primero mercado mundial y el que ahora mismo marca los tiempos y el que importa.
El segundo es que los clientes se han cansado de interfaces de usuario incapaces de rivalizar con sus teléfonos móviles. Durante muchos años hemos comprado la retahíla de excusas relacionadas con que los sistemas de automoción deben de cumplir requisitos muy estrictos sobre tolerancia al calor y a las vibraciones y tal y cual. Bueno, pues los clientes demandan la inmediatez y versatilidad de una tablet modernas y la oferta de aplicaciones de un market como el de Android o Apple.
El resultado es que la lucha por la electrificación y la construcción de un coche completamente definido por software se está convirtiendo en una batalla a vida o muerte, y esta afirmación no es tremendista o especulativa. Los clientes chinos demandan vehículos eléctricos asequibles con una carga tecnológica importante, especialmente en términos de sistemas multimedia. No valen excusas.
Conseguir lo anterior puede requerir una ruptura total y radical con un buen número de proveedores. Renunciar durante una década a tener beneficios o incluso endeudarse hasta extremos próximos al colapso o la desaparición. Renunciar a proteger los intereses de los accionistas. Amputar órganos. Renunciar a cualquier idea preconcebida sobre lo que funcionó bien en el pasado.
Requiere sangre, sudor y lágrimas. Renovarse o morir. Y darse cuenta de que los defectos obvios que hemos subrayado en el pasado en los distintos modelos eléctricos del grupo no son una impresión nuestra derivada de los prejuicios, el mal juicio o la inquina de los periodistas. Es una cuestión de sentido común. Los interfaces no pueden colgarse. Las instrumentaciones no pueden ser diminutas. El nivel de eficiencia de los coches tiene que estar próximo al que ofrece Tesla. Los precios tienen que parecerse a los de los térmicos, y entrar dentro de la esfera de lo asequible. La rueda de las ventas tiene que ponerse en movimiento. El rollo de los chips y los precios inflados por la farta de oferta no puede extenderse hasta el infinito.
Ahí fuera hay un guerra con un adversario que tiene marcas subvencionadas por el estado, condiciones de fabricación desconocidas y ventajosas, condiciones de venta e importación injustas y una de mayores demandas activas del mundo. Al lado, está la India, que va a seguir exactamente los mismo pasos. Y al otro lado del atlántico tenemos Estados Unidos, que afortunadamente representan una gran panda de señores acomodados y de respuesta lenta, que se enteran de las noticias con un par de años de retraso y que aún se puede conquistar.
Es una lucha desigual contra un enemigo con el que hemos compartido (y vendido) un montón de tecnología… pero no es una guerra perdida. Lo que hay que hacer es entrar en una economía de guerra.
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