Rutas en autocaravana: Food Weekend en Alt Maestrat

Recorrer una tierra a través de su gastronomía nos descubre mucho más del puro deleite de disfrutar. Ir en busca de la gastronomía implica descubrir nuevos paisajes, productores, maneras de vivir, tradiciones, el carácter de un pueblo, su amor a la tierra. Nuestra autocaravana es el medio perfecto para llegar, disfrutar y traernos alguno de los productos de la tierra.

En el interior de Castellón hay auténticas joyas, y algunos pueblos del Alt Maestrat han hecho de estos productos unos de sus principales patrimonios. Ahora en otoño esos sabores se ponen más en valor.

Lejos de los grandes nombres que a todos se nos vienen a la cabeza, existen pequeños tesoros resguardados aún de las grandes masas y que ofrecen un disfrute que alimenta no solo el gusto y el cuerpo, sino también el alma. Bienvenidos a Alt Maestrat y a su gastronomía.

Un buen sitio para comenzar es Catí. El tesoro del Maestrat. Esta villa medieval es también tierra de pastoreo y de tradición quesera. Los quesos de leche de cabra y de oveja de estas tierras están entre los mejores en los concursos a nivel internacional. La Cooperativa de Ganaderos de Catí se encarga de elaborar y comercializar estas joyas del Alt Maestrat.

La variada flora de la zona dicen que es la responsable de la buena calidad de sus leches. Las variedades de quesos que elaboran con estas leches dejan productos como el Pell Cabra, la Panyoleta Suau, el Romero Cabra Leche Cruda y una variedad de quesos ecológicos que les han valido ser primer premio del World Cheese Awards y del International Organic Cheese Award entre otros.

A las afueras del pueblo, hay otra joya de la tierra que se conoce bien en toda la región. Productores como los Turrones Blasco que llevan desde 1915 elaborando de manera artesanal el turrón y el mazapán, dotan a Catí del honor de ser estandarte de los turrones del Alt Maestrat. Es el paraíso de los golosos que valoran las materias primas. Las almendras garrapiñadas, los mazapanes, pan e higos, pan de Cádiz, pasteles de gloria, de yema, polvorones y las deliciosas nueces al fondat con canela son algunas de las razones por las que nos costará dejar Catí.

Si pasamos unas horas en Benassal, también tenemos joyas para llevarnos. La elegante Benassal y sus balnearios nos ofrecen, como no podía ser de otra manera, productos dignos de un gourmet. El agua, la esencia pura de la vida, y la trufa, el diamante en bruto de la tierra.

El agua mineral de Benassal procede del manantial Fuente En Segures. Un nacimiento de agua que los minerales filtran y ofrecen un agua muy especial. El agua de Benassal tiene la etiqueta de agua minero-medicinal desde 1928 nada más y nada menos.

Aparte de poder disfrutar de unas jornadas de balneario, gracias a la comercialización podemos llevarnos a casa este regalo de la naturaleza. Tanto en formato gourmet como estándar y familiar.

La otra joya de Benassal son sus trufas negras para los grandes estrellas Michelín desde hace más de medio siglo. Los montes de Benassal guardan en sus entrañas este diamante negro desde hace siglos. Antes no era muy conocido a nivel popular, solo en la alta cocina, pero ahora estos hongos de los robles y encinas de Benassal han alcanzado fama popular.

Algunos agrotruferos como Demetrio Ferrando es uno de los impulsores de la truficultura del lugar y ahora, sus tres hijas son las que han cogido el relevo y ofrecen trufas de calidad allende nuestras fronteras.

Y si Culla, es orgullosa por su arquitectura, también lo puede ser por sus productores. La romántica Culla no podía ofrecernos dos productos tan relacionados con el amor. La miel que endulza los sentidos y el pan, ese símbolo que alimenta las familias y los corazones.

Desde 1880 ya se conocen apicultores en Culla, en esas colmenas, antes de corcho cilíndrico que se transportaban con las mulas por las noches. Apicultores como la familia de Miel y Sabor de Culla ya transportaban sus colmenas a lugares como Teruel y Benicassim para recolectar las mejores mieles de tomillo y azahar.

Las maneras de trabajar han cambiado, pero el amor que tiene esta tierra por sus abejas no. ¿El resultado? Unas mieles excelsas, fruto del amor por la naturaleza.

Si a esto unimos un maravilloso pan, con varias panaderías en la comarca, el día puede ser perfecto. El despacho de Luis Moliner es un buen ejemplo.

Si hay un pueblo que se puede considerar una despensa es Albocasser. Al margen de su rico patrimonio cultural, Albocasser nos deleita también con tres joyas de productos. Sus campos de olivos son famosos. Castellón es tierra de olivos milenarios y en Albocasser hay aproximadamente un 20 por ciento de cultivo de olivo. Un aceite virgen extra que sus habitantes comenzaron a producir en cooperativa, con métodos tradicionales y que ha servido para impulsar el turismo rural y evitar la despoblación de la zona.

Además están sus vinos. Dentro de la IGP Castelló y de la comarca vitícola de Sant Mateu, los vinos de Albocasser. Son unos vinos fáciles, generosos y perfectos para las tardes de huerta y charla. Porque la vida hay que vivirla con calidad.

Y en esa tertulia no pueden faltar unas buenas almendras. Porque si hay algún producto por el que es conocido Albocasser desde tiempos inmemoriales es por la almendra. El Maestrat es tierra de frutos secos, y Albocasser, de almendra. Tienen su propia feria, la Fira de l’Ametla, para dar a conocer este producto de altísima calidad.

Algo parecido sucede con los corderos de Ares. Esta aventura gastronómica por el Alt Maestrat tiene su final en Ares del Maestrat, uno de los pueblos más bonitos y con un patrimonio más rico de la Comunidad Valenciana. La cría del cordero es ancestral en Ares, y el monte y su flora da muy buenos conejos.

Con estos dos reclamos, venir a visitar Ares se vuelve aún más placentero. Los ricos pastos y aromáticas que por aquí crecen hacen de estas dos variedades de carne un producto sublime y sano donde los haya. El conejo con caracoles es uno de los platos más demandados en la villa, y las chuletitas de cordero con alioli no se le quedan atrás. Aunque las maneras de comer y degustar estas dos carnes en Ares se antojan infinitas.