Si ya has leído la primera parte de esta prueba, sabrás que el BMW Serie 2 es, básicamente, un Serie 4 recortado. Eso significa, si nos referimos al interior, que sus dos plazas traseras son un poco más justas (personas de media estatura ya tendrán problemas para viajar con cierta comodidad) y que su maletero también es más pequeño. 390 litros, esa es la capacidad que tienen todos los Serie 2 Coupé, y es la misma que mantiene el M2. Un Serie 4 Coupé ofrece 440 litros. No está mal.
De todas formas, no creo que alguien se vaya a comprar un BMW M2 por su maletero o sus plazas traseras. De hecho, teniendo en cuenta que llevar gente ahí detrás o viajar con demasiado peso en el maletero incrementa el peso, casi podría decirse que son dos aspectos que pueden tener una importancia puntual en algunos momentos, sin más.
Así que vamos a centrarnos en su puesto de conducción. Lo primero que vas a encontrar es algo muy típico e los coupés de BMW: el puesto de conducción es muy bajo. Debes dejarte caer sobre el asiento, que en este caso son unos opcionales M Sport que cuestan 1.265 euros. No sé cómo son los de serie, pero estos tienen unas formas lo suficientemente pronunciadas y un mullido adecuado para sujetarte correctamente en las curvas. Y eso, teniendo en cuenta lo que corre este aparato, sí es fundamental, y no tanto el maletero o las plazas traseras.
Hay otros asientos con forma de baquet y terminados en carbono que tienen una pinta impresionante. No los he probado en el M2, pero sí los conozco del M3 y del M4. Entre que son más duros, que sentarse y levantarse es más complicado, que valen 6.388 euros y que tampoco ofrecen una diferencia de sujeción destacable comparados con os que llevaba este M2, no encuentro motivo alguno para optar por ellos, más allá de su apariencia.
Volviendo a los que llevaba esta unidad, se va sentado bajo, y eso no sólo es algo que notas cuando te subes. Tus piernas pueden ir muy estiradas, y el volante te cae en una posición más vertical de lo habitual, algo que favorece las sensaciones a la hora de conducir, aunque esto puede depender de tu estatura porque no hay reglaje en altura del asiento del conductor, algo que no ofrece ningún BMW. Y eso es una cagada.
Hace muchos años, en una presentación, le pregunté a un responsable de la marca que por qué no lo ponían. Y el tío, con todo su poco arte germano, me respondió que, si vas bien sentado, no necesitas reglaje en altura del cinturón de seguridad. El fulano era alemán de complexión alemana, es decir, superaba el 1,80 metros de estatura. Yo mido 1,64 metros. Y debe ser que voy muy mal sentado sólo en los BMW, que es en los únicos coches del mercado donde el cinturón me va molestando en el cuello hasta que subo la altura del asiento hasta un punto en el que ya no me molesta… pero donde voy demasiado alto. Esto, en un Audi o un Mercedes, no me pasa. Y tampoco me ocurre en la inmensa mayoría se los coches que pruebo (y, al cabo del año, no son menos de 200). ¿Será que todas las marcas hacen coches para los que nos sentamos mal, menos BMW? Tal vez. Y eso que hay otras marcas que también prescinden del reglaje en altura, pero no ofrecen la posibilidad de ir tan bajos.
Sea como fuere, hay otros detalles que te hacen sentir en un BMW deportivo de verdad. El volante es más rechoncho de lo habitual, y está forrado en un cuero sin perforar que tiene un tacto muy blandito, más mullido de lo normal. A la gente le debe gustar. Y yo me he acostumbrado. Pero me gustan más los que son más finos y no tan mullidos. Cuestión de gustos.
Otro detalle diferenciador es la posición de la palanca de cambios. Este M2 es manual aunque, como ya comenté, también es posible tenerlo con cambio automático sin sobreprecio. Centrándonos en el manual, la palanca va un tanto elevada, y eso hace que esté accesible a la hora de accionarla. Tiene el tacto típico de BMW desde hace años, tantos como tiene el diseño del pomo. Es decir, es duro y con los recorridos bien marcados, algo que te permite cambiar con mucha precisión y rapidez. Conviene accionarlo con decisión, sobre todo en conducción deportiva. A mí me gusta cómo va, pero es cierto que le quedaría mejor un tacto más metálico como el que ofrece un Mazda MX-5 o un Honda Civic Type-R, por ejemplo. Pero, de nuevo, es cuestión de gustos.
Ya que hablo del cambio, y aunque luego lo desarrollaré más en la parte dinámica de la prueba, también conviene comentar que el embrague tiene un tacto un poquito duro, aunque nada grave. Lo que sí es cierto es que es un embrague pensado para cambiar deprisa, así que no se lleva muy bien con las arrancadas suaves o los pasos de primera a segunda marcha progresivos. Hay que cogerle el hilo, simplemente. Y, después, cuando vas deprisa, lo cierto es que hasta agradeces que se pueda cambiar con tanta rapidez.
Hay cosas que se mantienen del Serie 2 Coupé, como el mando iDrive que hay junto al cambio y que permite navegar con más facilidad por la pantalla central. En otros coches, como el Serie 2 Active Tourer, ese mando iDrive ha desaparecido. Y eso es un error. Es más, a mí me parece un error que en esa pantalla allá más simbolitos de aplicaciones que los que tengo en mi propio teléfono móvil. No sé en tu caso; en el mío, estoy convencido de que, si este M2 fuese mío, nunca jamás en la vida utilizaría el 80% de las aplicaciones que hay ahí. Es como cuando me pongo a vaciar mi móvil para ganar memoria y veo que hay apps que no sabía ni que existían.
Más allá de eso, me parece un error que el climatizador haya perdido sus mandos físicos. Ahora está integrado en la pantalla y, al menos, las cosas básicas siempre aparecen en la parte inferior de la misma. Pero, sin duda, no es tan práctico como los clásicos botones, y el sistema de climatización es probablemente el más importante de todos cuantos se puedan aglutinar en la consola central.
Con la llegada de los sistemas de ayuda a la conducción y la obligatoriedad de algunos de ellos, en BMW tuvieron la brillante idea de poner un botón en medio de la consola central que servía para desconectarlos todos de una tacada con sólo dejar pulsado un par de segundos ese botón mágico. Sin embargo, en BMW han decidido eliminarlo… y, ahora, para desconectar el control de cambio de carril, por ejemplo, tienes que ponerte a navegar por la pantalla central hasta que das con ello. Habrá quien se pregunte que para qué quiero desconectarlos. Y la respuesta es bien sencilla: me gusta tener el control absoluto sobre todo lo que pasa en el coche, sin ayudas que a veces son más un incordio que una ayuda. Cuestión de gustos y preferencias, de nuevo.
Lo que sí se diferencia de los demás Serie 2 Coupé son cosas como la instrumentación digital configurable, los botones M1 y M2 del volante para guardar ahí nuestras preferencias de conducción o los botones que hay junto al cambio, como el botón de arranque en rojo, el que desconecta el control de estabilidad, el que permite jugar con los modos de conducción (M Mode) o el que nos deja ajustarlos a nuestro antojo (Set Up).
Así, puedes mezclar las cosas como te apetezca: por ejemplo, elegir la respuesta eficiente del motor con la suspensión más dura, o poner la dirección más suave… Puedes hacer la mezcla que quieras. Sólo hay un aspecto que no puedes modificar, salvo que desconectes el control de estabilidad, y es el grado de bloqueo del control de tracción, que ofrece 10 puntos diferentes de reglaje.
También hay menús específicos de este M2 en la pantalla central, como el del Modo Drift, que nos permite medir cosas como cuánto tiempo hemos ido derrapando, qué ángulo máximo hemos alcanzado o cosas así.
Nos convence, y mucho, la calidad con la que está hecho el interior de este M2. Los materiales empleados son agradables, los ajustes y los remates están bien cuidados, la iluminación interior está bastante lograda y no se aprecian ruidos parásitos. Si nos fiamos en la fijación de los diferentes bloques del salpicadero, veremos que todo está construido con bastante solidez, así que no tiene pinta de que vaya a envejecer nada mal. Llegados a este punto es hora de analizar el apartado dinámico dl BMW M2. Pero eso será en la próxima entrega.