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Coche eléctrico: todas las claves para saber cómo es y cómo funciona

Técnicamente conocido como Battery Electric Vehicle, el coche eléctrico representa el futuro y son los más legítimos titulares de la etiqueta CERO.

El coche eléctrico es aquel cuya única fuente de energía es una batería que se recarga cuando se enchufa, mediante un suministro externo de energía. Una vez que la batería se agota, el coche se para, como si agotaras el combustible de un coche convencional.

Además, los coches eléctricos carecen de escape, no generan emisiones locales, y homologan unas emisiones de CO2 de 0 g/km aunque, lógicamente, la energía que consumen tiene aparejada cierta producción de CO2 que depende de la infraestructura de generación del país.

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En la actualidad, la pegatina CERO les brinda ciertas ventajas, que se complementan con su excelente funcionamiento y un coste bajísimo de la energía. No obstante, la inversión inicial, la autonomía, la densidad de la red de recarga
pública
y la necesidad de un punto de carga doméstico siguen ralentizando su adopción.

Detalles mecánicos y de uso del coche eléctrico

El corazón de un BEV es su batería. Y de ella, el parámetro básico es su capacidad neta, que se mide en una unidad, el kWh, equivalente a los litros de combustible. Esta capacidad determina su autonomía, que es la cifra clave de un 100 % eléctrico.

En ciudad, el consumo medio de un BEV es de unos 15 kWh/100 km, aunque no es muy relevante porque, en ese entorno, y salvo en casos contados, la capacidad de la batería ofrece más autonomía de la que podrías gastar nunca.

En carretera ese consumo suele aumentar hasta unos 21 kWh, lo que se traduce en
autonomías reales, a velocidad de autopista, de entre 280 y 320 km.

La batería, mediante un dispositivo llamado inversor, alimenta uno o dos motores eléctricos que cuentan con una sola relación de transmisión. El resultado es una potencia elevada, una aceleración explosiva y un acelerador con una respuesta inmediata, todo ello envuelto en un silencio elevado.

Un factor clave de su funcionamiento es la regeneración: durante las frenadas, son capaces de recuperar parte de la energía cinética y emplearla para recargar las baterías. Esta regeneración, que puede ser automática en función del tráfico y el tipo de vía o controlarse a través del acelerador y las levas, permite recuperar un 30 % de la energía.

La mayor parte de las cargas se realiza en casa, usando un wallbox o cargador mural, lentamente y aprovechando precios ventajosos de la energía. El resultado es que, cada día, al subir al coche, lo encuentras completamente cargado.

Durante los viajes, las cargas se realizan en cargadores rápidos en corriente continua, invirtiendo entre 20 y 40 minutos y con un coste levemente inferior al equivalente al del combustible de un coche convencional.

La sencillez mecánica de los BEV augura una elevada fiabilidad y bajos costes de revisiones. Las baterías suelen estar garantizadas durante 8 años o 160.000 kilómetros. La autonomía máxima del coche desciende con el tiempo, aunque nunca
debería mermar más de un 20 % durante su primera década de vida.

coche eléctrico
Plataformas como la PPE de Audi-Porsche, aquí ilustrada, con su batería de 800 voltios y su gran modularidad, es el modelo al que aspira cualquier eléctrico moderno.

La personalidad del coche eléctrico

Un coche 100 % eléctrico proporciona la mejor y más sencilla experiencia
de conducción
y uso posible. La ausencia de marchas, e incluso, en muchos casos, de un botón de arranque, convierten su empleo en un juego de niños. La precisión a
baja velocidad facilita las maniobras, y la aceleración máxima, que siempre está disponible, infunden mucha confianza en el conductor.

Su peso suele ser superior al de un coche de combustión equivalente, y eso obliga a montar suspensiones de calidad, que aseguran el confort y el aplomo. El peso empaña un poco la sensación de agilidad, pero no suele ser relevante porque la conducción suele ser relajada.

El tacto de freno suele ser más impreciso y desconectado que el de un coche convencional, pero la regeneración se encarga de que el pedal apenas se utilice. En casa, enchufarlos apenas supone 30 segundos.

Su gran pega es la denominada ansiedad por la autonomía o range anxiety: una cifra de autonomía inferior a la que solemos ver en un coche convencional, combinada con una infraestructura de recarga que se sitúa muy por detrás de al actual de repostaje, puede hacer que los primeros viajes resulten estresantes.

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