Los coches antiguos fueron pioneros en multitud de funciones y características que hoy consideramos normales. Aunque ya no se ve en los vehículos modernos, una característica que puede llamar la atención a los amantes de la automoción más jóvenes es la tira de goma que había en la parte trasera de los coches. Fue una funcionalidad muy usada en modelos producidos entre la década de los 70 y los 90.
La función de este elemento, que conectaba la carrocería con el asfalto, servía para acabar con una molestia que todos hemos sufrido -si hemos tenido coches antiguos-: una especie de mini descarga eléctrica cada vez que nuestras manos, o cualquier otra parte del cuerpo, siquiera rozaba la carrocería del vehículo.
Aunque el imaginario colectivo pensó que este elemento servía para poner fin a esta molestia, no era así del todo. La tira de goma servía, a todos los efectos, como una toma de tierra del vehículo. De esta forma, se eliminaba la electricidad estática que se generaba en el vehículo y ponía fin a esos molestos ‘chispazos’ que surgían cuando se tocaba la carrocería del vehículo, cuya chapa era un conducto perfecto para la electricidad estática.
Un elemento común en los coches antiguos
Esta cinta de goma se popularizó a tal nivel, que hasta las marcas fabricaban sus propios modelos a juego con el diseño del coche. De hecho, todavía es común ver coches antiguos con estas cintas e inscripciones del tipo ‘No corras’ o ‘Feliz viaje’. Seat, Renault y Citroën fueron los fabricantes que más emplearon estas cintas fabricadas en poliuretano.
Su instalación era muy sencilla: se fijaban con tornillos a la parte trasera y la goma debía ser los suficientemente larga que contactara con el asfalto, permitiendo así hacer las veces de toma de tierra. Precisamente por eso, por su contacto con el asfalto, tendía a desgastarse. Sin embargo, su precio, de entre 6 y 15 euros, no supone un desembolso económico importante.
A pesar del desarrollo tecnológico de la industria automotriz, esa molestia propia de los coches antiguos se puede producir también en los modelos actuales. En ello influye la ropa o el calzado. Por ejemplo, llevando zapatillas con suelas de goma o incluso bajando del coche tocando el techo. Son prácticas que funcionan y evitan ese molesto calambre.
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