¿Qué tipos de usados existen?
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KM0. Son vehículos matriculados a nombre de un concesionario o marca… que no deberían superar los 200 km. Proceden de acciones comerciales de los concesionarios -para llegar a su objetivo de ventas- o de los fabricantes. Están casi nuevos y cuentan con la garantía de la marca: al menos, de dos años desde su matriculación.
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SEMINUEVOS Tienen hasta 24 meses y su kilometraje no suele superar los 50.000 km. Pueden ser unidades del personal del concesionario -llamadas de dirección-, las de prueba de las concesiones, provenientes de empresas de alquiler y de particulares que los adquirieron bajo la fórmula de multiopción.
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DE OCASIÓN Se trata de vehículos con entre dos y cinco años, y que han recorrido una media de unos 15.000 km/año -si son gasolina- o hasta 25.000 km/año -si son diésel-. Suelen haber formado parte del pago de un coche nuevo, aunque también los hay provenientes de renting.
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USADOS Son todos aquellos V.O. con más de cinco años. Su procedencia es diversa, aunque la mayoría los encontrarás en manos de particulares.
Dónde comprar un V.O.
En un concesionario o compraventa
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Revisión y limpieza preentrega. Los concesionarios incluyen una revisión del vehículo previa a su venta; lo mismo hacen los compraventas más competentes. Ambos limpian los vehículos a fondo.
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Fácil financiación. Los concesionarios mantienen acuerdos con entidades financieras -entre ellos, el banco de su marca- para que puedas financiar la compra; los grandes compraventas, también.
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El papeleo está incluido. En los establecimientos profesionales, el precio ya incluye el cambio de titularidad del vehículo: mantienen acuerdos con gestorías.
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1 año de garantía. Es el plazo, por Ley, que debe ofrecerte un profesional. Ojo, muchos establecimientos subcontratan esas garantías con terceras empresas -con las que tendrás que hablar si te ocurre algo-, por lo que lee la letra pequeña del contrato.
En el mercado particular
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Hasta un 15% más baratos. Los particulares ofrecen sus vehículos a un precio inferior a los profesionales. ¿Los motivos? No revisan los coches antes de venderlos –pruébalo siempre– y, por Ley, no tienen que ofrecer ninguna garantía -ver ‘Los vicios ocultos’-.
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El papeleo, por tu cuenta. Para poner a tu nombre un vehículo que adquieras, tendrás que abonar a Hacienda el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales -se trata de un porcentaje del valor del vehículo para la Agencia Tributaria; varía entre el 4% y 8%, según CC.AA.- y, más tarde, acudir a Tráfico, presentar la documentación y abonar la tasa de cambio de titularidad -54,00 euros-. También puedes acudir a una gestoría, donde se encargarán del proceso a cambio de unos honorarios desde 150 euros -impuestos y tasas aparte-.
Los vicios ocultos
Durante los primeros seis meses desde la compra de un vehículo a un particular, podrás reclamarle -ante los tribunales- si existen vicios ocultos; esto es, por aquellos defectos graves que el vendedor conociera y de los que no te hubiera advertido. Ojo, serás tú quien deba demostrar que el fallo existía, para lo que lo más aconsejable es que contrates a un perito -desde 200 euros aprox.-.