¡A la venta! La furgoneta camper que tiene un récord mundial de velocidad

Enrique Espinós
Enrique Espinós
Si tienes 95.000 dólares (aprox. 88.600 euros  al cambio) y quieres un vehículo único en el mundo, no te pierdas esta furgoneta camper GMC Kingsley de 1977. Ahora se llama Moho, equipa un motor Chevrolet V8 de 700 CV y, en 2016, logró el récord de velocidad para una camper de su clase al alcanzar los 196,34 km/h.

A veces el mundo del automovilismo nos deja historias sorprendentes… y la de Moho es una de ellas. Pero tranquilo, porque Moho no es precisamente un perrito con una historia lacrimógena. ¡Qué va! Moho es el sobrenombre de una furgoneta camper GMC fabricada en 1977 y con 7,9 metros de largo que tiene su nombre registrado en las Salinas de Bonneville; las pistas mundialmente conocidas por ser donde todo tipo de vehículos baten, año tras año, récords de velocidad.

furgoneta camper Moho 34 OK

Y Moho es noticia estos días porque su propietario la ha puesto a la venta, a través de esta web, por un precio de 95.000 (aprox. 88.600 euros). Y desde luego, porque se trata de un vehículo de lo más singular. A lo mejor no tanto como un Chevrolet Camaro camperizado, pero sí con una historia que merece ser conocida.

La historia de la furgoneta camper más rápida del mundo

Cuando fue fabricada, en 1977, esta GMC Kingsley salió de fábrica con un ‘tranquilo’ motor V8 de 185 CV y, por supuesto, cambio automático. No en vano, se trataba de una furgoneta camper de nada menos que 5.700 kg de peso pensada para viajar cómodamente a lo largo y ancho de todo los EE.UU.

Pero su vida cambió por completo cuando fue adquirida por Britt Palmer, un obseso del motor a quien se le ocurrió que sería el vehículo perfecto para, una vez preparado, batir el récord de velocidad de una furgoneta camper, que allá por 2006 era propiedad de otra GMC, que había alcanzado las 102,7 millas por hora, el equivalente a 165,3 km/h.

Dicho y hecho. Ni corto ni perezoso, Palmer se puso en contacto con nada menos que el especialista Dennis McCarty, conocido por dar forma a los vehículos que aparecen en la saga cinematográfica Fast&Furious y este tomó decisiones… drásticas.

furgoneta camper Moho interior

De entrada, McCarty eliminó de esta furgoneta camper cualquier tipo de mobiliario y revestimiento interior, en aras de ahorrar peso; y los remplazó por paneles de aluminio y de fibra de vidrio (las ventanas de cristal fueron sustituidas por otras de plástico), además de instalar, para dotar a la carrocería de mayor rigidez, una jaula de acero a lo largo de todo el interior. No contento con eso, sustituyó la suspensión de serie por otra neumática, instaló barras estabilizadora delanteras y traseras, frenos de disco con pinzas de seis pistones, amortiguadores de competición…

No fueron las únicas modificaciones. Moho también recibió un cockpit digital y un asiento de competición, un sistema de supresión de fuegos y, por supuesto, distintos alerones y spoilers para mejorar su aerodinámica. La guinda del pastel fue la sustitución de su viejo propulsor V8 por otro V8 de origen Chevrolet, con 8,2 L de cilindrada y más de 500 CV de potencia al que acoplaron una transmisión automática de competición.

Con todas estas modificaciones, Moho y su dueño se plantaron en la Semana de la Velocidad de Bonneville en 2013 y… lograron alcanzar una velocidad máxima de 120,8 millas por hora (194,4 km/h), lo que ya le convirtió en la furgoneta camper GMC más rápida del mundo. No contentos con eso, el equipo acometió más modificaciones sobre Moho, que pasó a equipar un sistema de óxido nitroso (con el que la potencia aumentó hasta los 700 CV), variaciones en el desarrollo del cambio y un nuevo kit aerodinámico.

furgoneta camper Moho lateral primer intento
La furgoneta camper GMC Moho, pintada de negro, durante la Semana de la Velocidad de Bonneville en 2013.

Ya en 2016, Moho volvió a probar suerte en Bonneville. Y, ahora sí, alcanzó las 122 millas por hora, equivalentes a 196,34 km/h, gracias a lo cual logró el récord de velocidad para una camper de su clase.

La búsqueda de un récord, con un propósito

Pero el afán de Britt Palmer por lograr el récord de velocidad con Moho tenía un noble propósito: dar a conocer la enfermedad de Charcot-Marie-Tooth. Una enfermedad neuromuscular que el mismo sufre (lo hace una de cada 2.500 personas en todo el mundo) y que afecta a los nervios periféricos que controlan los músculos.