Comprueba su dibujo mirando el testigo de desgaste que incluyen todas las ruedas, y que te indicará si el neumático ha llegado al mínimo legal de 1,6 mm de profundidad. Cuanto menos dibujo, menor será la capacidad del neumático para drenar agua, y mayor el riesgo de aquaplaning. Para revisar las presiones, consulta en el manual de tu coche cuáles son las adecuadas, aunque suelen rondar los dos bares. Pero eso no es todo: Aunque una rueda conserve su dibujo y su presion, el paso del tiempo habrá endurecido la goma, lo que le hará perder hasta el 60 % de su agarre. Por eso lo mejor es que las sustituyas cada cinco años, independientemente del estado del dibujo.
Otra posibilidad es montar neumáticos de invierno. Se trata de un tipo de neumático que, gracias a su dibujo -con profundos surcos-, al diseño de sus tacos -con pequeñas laminillas que les permiten ´trepar´ sobre la nieve como una oruga- y a un compuesto de goma más blando, es capaz de circular sobre nieve o hielo con total normalidad -de hecho, tan sólo tendrás la sensación de conducir por un camino de tierra-. Resultan mucho más eficaces que unas cadenas. Estos neumáticos ofrecen un mayor agarre que unos convencionales incluso sobre asfalto seco, siempre que la temperatura del mismo sea inferior a +7ºC. Frente a unos ‘normales’, cuestan en torno a un 10% más. Su vida media ronda los 25.000 km.
Qué más debes revisar
– Limpiaparabrisas: Revsia el líquido y las escobillas. El depósito del líquido del limpiaparabrisas se encuentra en el vano motor: Asegúrate de que esté al máximo, porque de ello dependerá que puedas limpiar correctamente el parabrisas delantero. Si lo tienes que rellenar, lo puedes hacer con agua o con Cristasol, pero siempre mezclándolos con un poco de anticongelante para que no se congelen y obstruyan los conductos por los que tiene que salir.
En cuanto a las escobillas, sólo hay una forma de saber su estado: Usándolas. Si dejan rastro de agua, significa que deberías sustituirlas. Para ello, en tu tienda de repuestos te indicarán cuáles valen para tu modelo -en función también de su año de fabricación-, y no tendrás más que seguir las sencillas instrucciones que encontrarás en la caja.
– Líquido anticongelante: Un líquido refrigerante en mal estado puede congelarse si el vehículo pasa mucho tiempo parado en pleno invierno, con lo que existe el riesgo de que reviente los manguitos del motor. Recuerda que hay que cambiarlo cada cuatro años, y que siempre tiene que situarse entre los niveles mínimo y máximo que te indicará su depósito. Si está demasiado bajo, significa que hay una fuga o que el motor consume demasiado anticongelante, por lo que deberás llevarlo al taller cuanto antes. También necesitarás la ayuda del taller para cambiarlo, ya que exigirá una operación complicada: Purgar el sistema.
Tampoco te olvides de revisar el líquido de frenos -para el que también tendrás que acudir al taller-, el filtro de polen, las luces, el aceite del motor, la batería… Para conocer más detalles, consulta nuestra guía específica sobre cómo preparar tu coche para el invierno.
Conducir con nieve o hielo
Si existe nieve o hielo, lo más recomendable es no coger el coche pero, si es indispensable, recuerda ser suave en todas las maniobras. Si el peligro es la posibilidad de encontrar placas de hielo, evita pasar por las zonas húmedas, en especial en frenada y en curva. En el caso de la nieve, la situación es distinta en función de si hay mucha o poca: Si hay mucha nieve sobre el asfalto, circula sobre las roderas que hayan dejado los coches; en cambio, si hay poca nieve, no pases por encima sino junto a ellas. Con nieve, arranca siempre en segunda, ya que en primera las ruedas patinarán demasiado, y anticípate a los giros todo lo que puedas, de forma que todos los cambios de dirección sean extremadamente suaves.
Mantén una velocidad constante, trata de frenar lo menos posible y no reduzcas de marcha: Mejor utiliza el freno motor. Con hielo, en caso de subviraje, no frenes, porque es seguro que el coche derrapará. Simplemente levanta suavemente el pie del acelerador para que el vehículo recupere el agarre. Girar la dirección es contraproducente si el coche subvira, pero si el problema es el sobreviraje, deberás girar el volante al lado hacia el que esté deslizando la trasera -nunca necesitarás más de media vuelta, porque la maniobra puede terminar en un latigazo-.
Y si vas a circular por un puerto de montaña…
En el caso de que pases por una zona montañosa, se pueden juntar dos dificultades: Al estado del pavimento, que puede estar deslizante por el hielo o la nieve, se añaden las pendientes ascendentes y descendentes, que son algo que deberás tener en cuenta, pues hacen que varíe el punto de aplicación del peso del vehículo. Para saber en qué condiciones está una vía de montaña, presta atención a las señales sobre inclinación de la vía y peligro de hielo.
Si la pendiente es descendente, procura circular en marchas cortas para que el vehículo no ruede demasiado rápido pero, si el tráfico lo permite, siempre es mejor mantener una velocidad constante. Para reducir la velocidad pisa el freno progresivamente -el eje delantero ya carga mucho peso- pero nunca te limites a reducir de marcha para aminorar. En cambio, si la pendiente es ascendente, el peligro es que el subviraje te haga invadir el carril del sentido contrario. Ante esta situación, la forma adecuada de ganar agarre es dejar de acelerar, para que el peso se desplace automáticamente al eje delantero. Cuidado con frenar en mitad de la curva, ya que el peso también se desplazará hasta el punto de que el eje trasero perderá adherencia. En cualquier caso, siempre es recomendable que aceleres al entrar en las curvas: Así podrás regular la velocidad y mantenerla constante a lo largo de la misma.
Otros elementos a tener en cuenta al circular por puertos de montaña son los túneles: Nos pueden ahorrar las inclemencias del tiempo, pero no sabemos qué nos vamos a encontrar a la salida, en el otro lado de la montaña. Hay que estar atento a la temperatura para saber qué peligros nos podemos encontrar a la salida: Si por el túnel llevábamos una velocidad de 80 km/h y la mantenemos al salir de él, las placas de hielo nos harán perder el control del coche.