Desde su elección como presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha encadenado una polémica con otra y en muchos casos relacionadas con el sector de la automoción. El principal enfrentamiento entre los grandes fabricantes de automóviles y Trump ha sido la utilización de las plantas de producción mexicanas, donde los costes son menores, para construir coches que después se importan a Estados Unidos para su venta.
Toyota, General Motors o incluso Ford han sido protagonistas de muchas de las críticas de Trump por esta estrategia económica, amenazando con crear un nuevo arancel para grabar en la aduana todos aquellos productos que tuviesen que pasar desde México a Estados Unidos para su venta. De esta forma, Trump quiere garantizar el retorno de las grandes industrias y su inversión económica al país que ahora gobierna.
Sin embargo, tras estos primeros ‘enfrentamientos’, el nuevo presidente americano tiene ahora una buena oportunidad para reconciliarse con los fabricantes de automóviles y reducir el clima de tensión creado por las constantes provocaciones de Trump.
La oportunidad de Trump pasa por responder a la petición que le han hecho mediante una carta un total de 18 fabricantes de automóviles, pidiendo que se relajen las normas de eficiencia de combustible en el país. Esta normativa está activa desde 2013, cuando el Gobierno de Barack Obama puso en marcha el denomina Tier 3, un plan que pretendía imponer nuevos estándares para una gasolina más limpia mediante la reducción de azufre y de las emisiones de gases. Según las directrices de la Administración Obama, la EPA realizó una normativa media en la que toda la flota tenía que consumir unos 4,7 litros a los 100 km hasta 2025.
En la petición escrita se pueden ver las firmas de los Directores Generales de General Motors, Ford y el Grupo FCA, así como la de los jefes en Estados Unidos de Toyota, Volkswagen, Nissan, Hyundai y Honda, entre otros. Todos ellos piden en conjunto a Donald Trump que reabra este tema y puedan negociar un cambio en la legislación actual.