Recuerdo cuando fui hace ya algún tiempo a la presentación internacional del Mazda CX-60, que me gustó. Bueno, en general me gustan los Mazda, pero este CX-60 lo vi como una alternativa idónea si quieres un SUV grande y rutero.
«In line 6» pone en sus aletas delanteras. Y me encanta que presuma de ello en un mundo en el que va en la dirección opuesta. Bajo el capó del Mazda CX-60 hay un propulsor 3.3 turbodiésel de seis cilindros que se ofrece con tracción en el eje trasero y 200 CV o con tracción total y 254 CV.
Por consumo y por el planteamiento de este vehículo creo que tiene más sentido el primero, pero es el segundo el que hemos podido de nuevo probar. En cualquier caso tiene una carrocería tirando a grande, con 4,74 metros de largo y cinco buenas plazas, así como un maletero de 570 litros de capacidad.

Este motor diésel se asocia con una red eléctrica y un motorcillo eléctrico de 17 CV que permite obtener la etiqueta ECO, además de poder desconectar el motor térmico llaneando sin dar gas. Y eso tiene una repercusión positiva en el consumo.
Anuncia 5,3 L/100 km en esta versión AWD, consumo que nunca obtendrás pero que, en base a nuestras pruebas, puedes mantener entre 6,5 y 9,0 L/100 km. Los 6,5 L/100 km son conduciendo siendo precavido con el consumo, y los 9,0 L/100 km son si conduces como si el coche fuese robado. Así que muy bien aquí.
Por dentro me encanta salvo por un pequeño detalle. Lo bueno es que tiene buenas calidades, materiales sencillos pero bien ensamblados, una tapicería fantástica y mucho mando y botón físico. De hecho no hay nada táctil, salvo la pantalla central, que incluso puedes manejar con el mando giratorio que hay en la consola central.

Me gusta un poco menos que para quitar los ADAS tienes que irte a la pantalla central, pero bueno, hoy en día, casi en qué coche no. En su defensa hay que decir que son ADAS convenientemente calibrados para no ser muy pesados.
Su ficha técnica dice que acelera de 0 a 100 km/h en 7,4 segundos, valor que yo creo que es muy real. No falta potencia en ningún momento y el motor está lleno de par desde muy abajo, lo que unido a una transmisión que funciona sin pega alguna, hace que la conducción sea suave y placentera.
A nivel de chasis, tiene una suspensión muy blanda, sin embargo, aunque se producen pronunciados balanceos en la carrocería, de algún modo no repercuten en un mal confort o en una estabilidad comprometida. Al contrario, el CX-60 es un coche que va muy bien en carreteras de curvas a ritmo ligero, al mismo tiempo que para viajar proporciona un muy alto confort.

Su precio parte de 57.898 euros con el acabado Exclusive Line, que es el segundo de los seis disponibles (el más básico no se puede asociar a este motor). Barato no es pero, verdaderamente, si lo miras desde el foco adecuado, es un cochazo para cubrir largas distancias con poca fatiga, confort y un consumo razonable.
Y de nuevo tengo que volver a hablar del motor, ya no sólo porque vaya muy bien, sino porque es una rareza hoy en día que recuerda las virtudes de aquellos motores grandes. Suena bien, vibra poquísimo, tiene fuerza a bajas revoluciones y no creo que me equivoque si digo que a la larga va a ser muy fiable.
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