Nuevo modelo, ya a la venta

Nuevo Mini Cooper S: ¿es mejor que el anterior?

Pablo García
Pablo García
Hasta la fecha, se trata de la versión más deportiva y recomendable si pretendemos ir muy rápido. Eso sí, en esta nueva generación, el salto de prestaciones respecto al Cooper es menos grande, pero aún así... un Cooper S siempre será un Cooper S.


Mini decidió realizar la presentación internacional para la prensa de la tercera generación de su modelo, denominada internamente como F55, en Puerto Rico. Y qué mejor sitio que este para probar un nuevo modelo: en Puerto Rico la temperatura media casi todo el año es de 30ºC, los paisajes resultan espectaculares, las carreteras son reviradas… y su asfalto no está en las mejores condiciones posibles.

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Esto no es Europa…

Así es, Mini quiere que probemos su nuevo modelo en una isla donde en sus carreteras hay baches con bastantes centímetros de profundidad y, en muchas ocasiones, resaltos que harían las delicias de cualquier piloto del Mundial de Rallyes. Sin duda, se trata de una apuesta arriesgada para un coche que, en generaciones anteriores, no brillaba por la ausencia de ‘grillos’ procedentes de los ajustes de sus plásticos; debido en parte a la dureza de sus suspensiones. Veremos si, después de la ruta que nos tienen preparada, esto no cruje más que un altar del siglo XII.

Antes de la prueba dinámica, la marca nos ha preparado una presentación a pie de playa donde podemos sacar las primeras conclusiones. ‘Rescatar’ un coche mítico como es el caso del Mini y lanzar una nueva generación cada seis años tiene unas limitaciones de diseño brutales, ya que obliga a los diseñadores a ceñirse a unos patrones muy definidos, puesto que la forma se tiene que modernizar pero nunca se puede perder la esencia del coche del que procede. Curiosamente, la tercera generación del Mini ha sido la que más ha variado sus formas y su tamaño: respecto a la anterior aumenta su longitud en 10 cm llegando ahora hasta los 3,82 m.

TÉCNICA: SIEMPRE POR EL SITIO

Las mejoras en el chasis y en la motorización de nada servirían si no tenemos manera de transmitir la fuerza a las ruedas de una forma correcta. Para ello, el Cooper S incorpora un sistema electrónico, denominado System Performance Control –opción para el resto de la gama que cuesta 150 euros–, que evita que el coche se vaya de morro en las curvas actuando sobre el sistema de frenos. Además, lleva un diferencial electrónico denominado EDLC que mejora la tracción. Por su parte, la dirección en todas las versiones se ajusta dependiendo de la velocidad a la que circulemos e incorpora un sistema denominado Torque Steer Compensation que evita movimientos leves de volante en fases de aceleración.

Por fuera, lo que más llama la atención, es el tamaño del voladizo delantero –mucho más largo– y un morro más elevado para superar con éxito las pruebas de atropello a peatones. Delante, destacan las luces diurnas bordeando los enormes faros circulares –que ahora, por 800 euros, incluso pueden llevar led para las luces de cruce y larga– junto con la toma de aire en el capó característica de las versiones más deportivas de Mini. La parte trasera es lo que, posiblemente, más ha dado que hablar desde que aparecieron las primeras fotos del coche.

¿El motivo? Los faros han aumentado su tamaño –antes eran mucho más pequeños– restando al Mini un poco de identidad. Sin embargo, con el coche delante, me parece que esta modificación no le queda nada mal. El tubo de escape doble en posición central sigue estando presente en el Cooper S y las futuras versiones deportivas.

Una vez abrimos la puerta –sin marco– y nos sentamos en sus asientos –ahora con posibilidad de regular la longitud de la banqueta–, percibo una sensación contradictoria: todo me suena, aunque también me resulta nuevo.

Me suena, porque el nuevo Mini conserva ciertos elementos, como el gran reloj central característico del modelo original –y que se ha mantenido en todas las generaciones– en el que ahora va situado el equipo de audio con sus correspondientes botones y una pantalla que, de manera opcional, puede ser TFT de 8,8″ y con una muy buena resolución. Ahora bien, en esta ocasión, la velocidad se muestra detrás del volante junto con el cuentarrevoluciones y el indicador de combustible. Además, los mandos de los elevalunas eléctricos y del cierre centralizado también han pasado a una posición más lógica –en las puertas–.

El nivel de acabados y los materiales empleados han mejorado y, por primera vez en un Mini, podemos decir que está bien hecho y ofrece unos ajustes acordes a su precio. Se trata del Mini más BMW.

Mucha tecnología en formato pequeño

Decido arrancar el nuevo motor 2.0 turbo con cuatro cilindros y 192 CV pulsando la pequeña palanca de color rojo situada en la consola central. El propulsor del Cooper S es el único de la actual gama que tiene cuatro cilindros y es la primera vez que se monta un motor gasolina con dos litros de cilindrada en un Mini.

Este nuevo modelo emplea elementos ya vistos en diferentes modelos de BMW como, por ejemplo, un turbo TwinPower Turbo –que, gracias a su diseño, elimina casi por completo el retraso de la respuesta del turbo –, inyección directa de gasolina, distribución variable VANOS –modifica el momento de apertura de las válvulas para mejorar el rendimiento– y sistema Valvetronic –regula la cantidad de apertura de las válvulas–. Todos estos sistemas hacen que el Cooper S alcance los 233 km/h, acelerando desde parado hasta los 100 km/h en 6,7 segundos todo ello con un consumo medio de 5,2 litros cada 100 km.

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Con este mando situado en el borde de la palanca del cambio actuaremos sobre el Mini Driving Mode pudiendo seleccionar uno de los tres modos de funcionamiento –cuesta 180 euros–. La caja de cambios manual es capaz de hacer ‘punta tacón’ de manera automática en las reducciones. Es novedad en la marca… y en BMW.
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El Head Up Display –500 euros– es una novedad en el segmento. En el caso del Mini nos muestra información sobre la velocidad, las indicaciones del navegador, emisoras de radio… El equipo de audio Harman Kardon con 12 altavoces cuesta 800 euros y, sin duda, dada su calidad es una opción por la que merece la pena pagar.

Una vez que nos ponemos en marcha, el motor del Mini sorprende por su respuesta desde bajas revoluciones y por cómo es capaz de superar con bastante facilidad las 7.000 rpm. Además, en cada cambio de marcha y en cada reducción, el escape emite unos espectaculares y sincronizados ‘petardazos’ que aumentan la sensación de deportividad.

En el caso de nuestra prueba, el Mini equipa la caja de cambios automática deportiva de seis velocidades que lleva unas grandes levas tras el volante. Los cambios se suceden con mucha rapidez para tratarse de una tradicional caja de convertidor de par que nada tiene que envidiar a una de doble embrague. El chasis –el mismo que veremos en el recién presentado BMW Serie 2 Active Tourer– ahora es más rígido aumentando su batalla.

El tren trasero incluye una suspensión multibrazo –como en las anteriores generaciones– que se ha visto mejorada en cuanto a rigidez y peso y que en el segmento nadie, excepto el Audi S1, puede llevar. Entonces, debido a esto, ¿habrá perdido totalmente aquel comportamiento tan ágil y característico de los Mini? ¿Será un coche más parecido a los urbanos premium en lo que a facilidad de conducción se refiere? No. Pese al miedo que tenía antes de probarlo, puedo asegurar que el nuevo Mini es igual de dinámico y transmite las mismas sensaciones de conducción pero, gracias a estas mejoras, se han eliminado por ejemplo la sequedad en las suspensiones del tren trasero, algo que permite ganar en calidad de rodadura y que ha mejorado el comportamiento en frenadas al límite, donde la trasera tendía a ‘descolocarse’ más de la cuenta.

Por lo tanto, este nuevo Mini sigue siendo igual de divertido pero mucho más seguro si pretendemos ir rápido. Además, gracias a lo que la marca denomina Mini Driving Mode, podemos configurar el coche a nuestra elección seleccionando uno de los tres modos predefinidos –Green, Mid y Sport– a través de un mando colocado junto a la palanca de cambios. Estos modos actúan sobre el tacto de la dirección, la respuesta de acelerador, la velocidad del cambio –si es automático– o la dureza de la suspensión; gracias a que puede ser de dureza variable por 525 euros.

Cuando selecciono el modo Green, el Mini es capaz de circular en modo vela –es decir, desacoplando la caja de cambios automática y poniéndola en punto muerto cuando circulamos a velocidad constante–. Además, la caja de cambios no apura las marchas para conseguir que el motor funcione al menor número de revoluciones. Con estas medidas, el Mini consigue reducir los consumos. La suspensión en este modo resulta suave, incluso es capaz de absorber baches que nos encontramos por las carreteras de Puerto Rico sin que apenas los notemos en el interior.

De esta forma, disponemos de varios coches con tan sólo seleccionar uno de los modos. Eso sí, lo que no podemos variar es el tamaño interior –ha mejorado aunque sigue sin ser su fuerte–, pero como en Mini eso ya lo han tenido en cuenta, se espera que, en unos meses, llegue una versión con cinco puertas que mejorará la practicidad interior sin mermar en absoluto las capacidades dinámicas y prestacionales del que me atrevo a decir que es el Mini más efectivo y evolucionado de todos los tiempos.

Mini Cooper S Aut.

Precio

 27.700 euros

Motor

 2.0, 4 cil. en línea; 192 CV entre 4.700-6.000 rpm; 280 Nm entre 1.250 y 4.750 rpm.

Cambio

 Caja automática de 6 vel.

Tracción

 Delantera.

Prestaciones

 0 a 100 km/h en 6,7 seg.;

Vel. máx.

 233 km/h.

Consumo

 5,4 l/100 km.

Peso

 1.250 kg

Valoración

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LO MEJOR Y LO PEOR

+ Comportamiento, prestaciones, consumo.

Precio, acceso a las plazas traseras, opciones muy caras.

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