En Francia no dudan en calificarlo como el Renault 5 japonés. Y con relación al titular que elegimos, lo podríamos enriquecer refiriéndonos al nuevo Nissan Micra con un “Liberté, Égalité, Electricité…” Al enfrentarnos estéticamente al nuevo Nissan Micra, la primera impresión es impactante, en gran parte gracias a esos atrevidos faros elípticos, inspirados en la tercera generación de 2002, que brillan con una firma luminosa distintiva que nos revela detalles finamente trabajados que lo diferencian claramente del Renault 5, con el que comparte plataforma y bastante más…
Recorriendo su carrocería con la mirada apreciamos cómo los diseñadores han esculpido unos pasos de rueda marcados, junto con plásticos negros de la parte inferior lateral, le confieren una presencia robusta y con un cierto deje SUV. Al girar alrededor del vehículo, descubrimos que la silueta lateral está claramente emparentada con el R5, pero el rebaje que se extiende hasta casi el final del portón trasero logra conferirle un carácter propio. La zaga, con sus pilotos elípticos que recuerdan vagamente al desaparecido Alfa Romeo MiTo, cierra un conjunto visual coherente y distintivo con ese coche juvenil que pretende ser.

Interior: tecnología y guiños japoneses
Al abrir la puerta y acomodarnos en su interior nos encontramos un salpicadero prácticamente idéntico al del Renault 5 con un diseño moderno y tecnológico dominado por dos pantallas de alta definición con gráficos nítidos y atractivos. La calidad percibida es notable, con materiales bien ajustados y agradables al tacto en las zonas principales, aunque Nissan podría haber creado un ambiente más diferenciado más allá de pequeños detalles japoneses, como la serigrafía del monte Fuji en la consola central o los motivos inspirados en kimonos de la tapicería, que resultan insuficientes para darle una personalidad verdaderamente distintiva.

Cuando pulsas el botón de arranque las pantallas cobran vida con animaciones específicas de Nissan. El tablero digital resulta perfectamente legible incluso bajo la intensa luz española que inunda el habitáculo durante la toma de contacto estática para la prensa internacional. El sistema de infoentretenimiento, basado en Google, responde con fluidez a las demandas del usuario y ofrece una integración impecable con el planificador de rutas.
Espacio y practicidad: luces y sombras
Momento de ajustar el asiento y el volante para encontrar la posición de conducción ideal, que resulta fácil de conseguir gracias a los buenos rangos de regulación. Sin embargo, al trasladarnos a las plazas traseras, confirmamos lo que ya intuíamos y que ya hemos vivido en el Renault 5: el espacio para las piernas es justo para adultos de estatura media, obligando a deslizar los pies bajo los asientos delanteros en una postura algo forzada.
El maletero, con sus 326 litros de capacidad -277 anuncia el R5-, nos parece suficiente para el uso urbano al que está destinado este vehículo, aunque no destaque especialmente en su segmento. Al abrir el portón, descubrimos otro detalle japonés: una sutil representación del monte Fuji en el hueco del portón trasero, detalle que arranca una sonrisa de aprobación.

Bajo el capó: promesas eléctricas
Tiempo para recordar detalles técnicos, a falta de una primera prueba. Los 150 CV y 245 Nm de par instantáneo de la versión con batería de 52 kWh auguran un comportamiento ágil en ciudad y carretera, mientras que los 408 kilómetros de autonomía deberían ser suficientes para disipar buena parte de la ansiedad de cobertura kilométrica con una carga. La capacidad de carga rápida de hasta 100 kW, que permite recuperar del 15% al 80% en 30 minutos, coloca al Micra en una posición competitiva dentro del segmento de eléctricos urbanos, aunque sin llegar a ser revolucionaria.
Resumen final: Nissan ha conseguido transformar al Micra en algo más que un simple clon del Renault 5. Ha creado un vehículo con fuerte personalidad visual que, cuando llegue a los concesionarios tras el verano, podría reconciliar a la marca con ese público joven y moderno que tanto ansía conquistar. Y todo ello sin renunciar a ese toque japonés que, aunque sutil, está presente en los detalles que marcan la diferencia. Veremos si los argumentos son suficientes para que el Monte Fuji tome la Bastilla.