A pesar de que, según Volkswagen, en 2016 tan solo el 5% de los Volkswagen Polo vendidos a particulares en España tuvieran un motor diésel, lo cierto es que echábamos de menos alguna mecánica de gasóleo en la gama de la nueva generación del urbano de Wolfsburgo. Por eso la marca alemana se ha apresurado a integrar en la oferta nuevas versiones diésel que llegan con potencias de 80 y de 95 CV, ambas extraídas de un bloque TDI de 1.6 litros.
Por el momento la única opción en cuanto a transmisión es una caja manual de cinco velocidades, aunque más adelante Volkswagen comercializará el Polo con un cambio automático DSG de doble embrague y siete velocidades. En cualquier caso, el Polo diésel puede llegar a acelerar de 0 a 100 km/h en 10,8 segundos y a alcanzar una velocidad máxima de 184 km/h. Todo ello con un consumo de combustible homologado en ciclo combinado de 3,7 l/100km.
Estas nuevas motorizaciones se pueden combinar con el acabado Advance -desde 19.325 euros el de 80 CV y desde 19.735 euros el de 95 CV- en los dos casos y con el nivel Sport en lo tocante a la variante de 95 CV -desde 20.485 euros-. Cualquiera de ellos incluye de serie elementos como una pantalla multimedia de 8 pulgadas, aire acondicionado, llantas de aleación de 15 pulgadas, frenada automática de emergencia, Bluetooth, control de velocidad con limitador, control por voz o volante de cuero multifunción.
El de 95 CV, una opción excelente
En nuestra reciente toma de contacto con el Volkswagen Polo en los alrededores de su fábrica de Landaben, en Navarra, tuvimos la oportunidad de probar la versión 1.6 TDI de 95 CV con cambio manual y el acabado Sport. Se trata de un motor al que no le falta fuerza en ningún rango del cuentarrevoluciones y que se mueve con agilidad tanto en la ciudad como en las curvas de las carreteras secundarias. Mientras tanto, en la autopista tiene un aplomo similar al de un coche de mayor categoría.