Walter Rhörl pilota el Porsche 911 del Dakar en la nieve

En 1984, Porsche transformó dos unidades del Porsche 911 para participar en el rally Dakar. Además de un sistema de tracción total que reenviaba el 31 % del par al tren delantero, el 953 montaba suspensiones de mayor recorrido (las delanteras completamente nuevas, de doble horquilla), dos enormes depósitos de combustible (uno de 120 litros en el maletero delantero y otro de 150 litros tras los asientos traseros) y un motor bóxer de seis cilindros y 3,2 litros con menor compresión que la unidad de serie para evitar problemas con la gasolina africana.
René Metge logró la victoria en el debut del coche, y Walter Röhrl ha sacado del Museo Porsche este auténtico clásico con pedigrí para pilotarlo recientemente en el lago helado de Zell am See, en los Alpes austriacos, donde cada año se celebra el GP Ice Race, una importante exhibición de vehículos de competición de todas las épocas. Desgraciadamente, el septuagenario piloto alemán no ha contado con los aplausos del público en esta edición. Y es que a pesar de estar prohibidos los eventos con público, los organizadores decidieron hacer un guiño a sus seguidores y cambiar el formato del GP Ice Race para mantener viva la llama de este evento que promete volver con fuerza el próximo año.
Walter Röhrl, a los mandos del Porsche ganador del Dakar
Esto no ha impedido al veterano bicampeón del mundo de rallys disfrutar pilotando este coche completamente fuera de su medio natural. Ya en la primera vuelta sobre el hielo, Röhrl empieza a jugar con el 953, bailando simultáneamente con sus dos pies sobre el pedalier mientras dibuja unas cruzadas espectaculares sin aparente esfuerzo, mientras el motor bóxer resuena en la soledad del valle.
«Cuando vas al volante, esta melodía es un auténtico estímulo. Porsche fabrica grandes coches de calle y maravillosos vehículos para los circuitos de asfalto, pero también los hace para los terrenos más complicados del mundo. Este automóvil fue hecho para el desierto; sin embargo, es sorprendente lo bien que se conduce sobre hielo. ¡Es adictivo!» –confiesa un ilusionado Walter Röhrl tras bajarse de esta auténtica joya de los raids que, por un único día, ha vuelto a la vida para demostrar su pedigrí y, quizá, insinuar una futura vuelta de Porsche a la competición fuera del asfalto…