Es un efecto que viene siendo así desde hace muchos años. Si hacemos un poco de memoria, simplemente hasta los años 90, los primeros teléfonos móviles, enormes y carísimos, recurrían a grandes baterías que además se agotaban en cuanto hablabas dos veces por teléfono. Dicen algunos especialistas que la necesidad de alimentar esos teléfonos, que en la década de los 90 pasaron de venderse por cientos a por millones, fue la que revolucionó el estudio de la acumulación de electricidad. Y de ahí, esas baterías con nuevas tecnologías, pasaron a los coches eléctricos.
Ese mercado no ha entrado todavía en una fase «estable». Cada día hacen falta más baterías, más ligeras y más capaces. Y cada día se fabrican más y mejores, lo que hace que los costes de fabricación bajen. Ahora, un estudio de la revista Nature asegura que estos costes caen más deprisa de lo que se había estimado: caen alrededor de un 14% al año. Algo similar pasa si miramos sólo a las baterías de automoción elécttica: estas caen de precio más despacio, pero lo hacen también a un 8% anual, situándose ahora en menos de 275€ por kilovatio-hora. Hace la revista la puntualización que esto sólo es aproximado: las marcas no están por la labor de «desvelar» sus costes.
Al tiempo, el estudio habla de una mejora de coste-rendimiento de un 7% anual en los últimos años, aunque no es lineal, si no que llega en «escalones» con las nuevas tecnologías que van implementando. Esto hará que en un futuro próximo el coste baje aún más, mientras que la capacidad (y por tanto la autonomía) vaya subiendo, lo que al final acercará precios de los coches eléctricos y de combustión interna, llegando a un «escenario interesante» entre 2018 y 2020, ya que las nuevas medidas anticontaminación que se van aplicando en los coches de gasolina y gasoil también encarecerá estos en una media de 2.750€.
A todo esto habrá que sumar el camino que tomen los principales fabricantes de coches en sus futuros desarrollos: Tesla es la marca que actualmente tiene un menor coste de fabricación en kWh; ellos utilizan baterías estándar, pequeñas, unidas entre sí para alcanzar el nivel necesario de carga. Otros utilizan baterías más grandes construidas específicamente para ese modelo de coche. Con las nuevas tecnologías que están por llegar, tales como las espectaculares baterías de grafeno de las que te hablamos en su día, quizá esos coste peguen tal salto que acaben abaratando los coches eléctricos por debajo de los que emplean combustible fósiles. Y con mejores prestaciones.
