Lamborghini cobra 43.590 euros extra por los dos paneles de techo desmontables fabricados en fibra de carbono del Aventador S Roadster. Dos pequeñas piezas que, cuando las retiras por primera vez, te hacen plantearte si realmente están diseñadas para quitarse –el proceso es un poco engorroso–. Superada la fase de la extracción, llega el problema de guardarlas en sus respectivos compartimentos situados en el maletero delantero –tienes que buscar unos numeritos que hay en los paneles y mirar los correspondientes en el propio maletero–.
En mi primer intento, me quedé muy sorprendido, ya que conseguí completar toda la operación en menos de 15 minutos. Lo peor es que en este transcurso de tiempo unas cuantas nubes se juntaron y se puso a llover a lo bestia –vamos, que cayó un buen chaparrón de verano–. Por tanto, me tocó volver a colocar todo y esperar. En el segundo intento el tiempo de desmontaje se quedó cerca de los 10 minutos.
Sin embargo, nada de esto importa, ya que si estás enredando con el techo de un Aventador S Roadster, significa que tienes la llave de un coche con un motor 6.5 V12 atmosférico… y eso te suele hacer olvidar todas las penurias sufridas.
El Aventador Roadster recibe la misma actualización mecánica que el coupé para convertirlo en versión S. Esto implica más potencia –740 CV, 40 CV más que el anterior modelo– y la misma cantidad de par motor –690 Nm–; algo que supone bajar una décima en el 0 a 100 km/h –3,0 segundos– y una velocidad máxima de 350 km/h. También se han reajustado los amortiguadores, la dureza para los muelles, y se ha añadido el nuevo modo de conducción Ego, que permite mezclar a tu gusto tu configuración favorita de respuesta del motor, dirección y amortiguadores –a elegir entre Strada, Sport y Corsa; de menos a más deportivo–.
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Además, ahora cuenta con un eje trasero direccional, un compuesto nuevo para los neumáticos específicos Pirelli P Zero y la misma transmisión manual robotizada de siete marchas, tradicionalmente horrible si la dejas que funcione de manera automática. Por eso ya te digo que nosotros vamos a cambiar de marcha con las levas siempre que conduzcamos este coche.
Dentro del modo Ego, configuro la dirección en Sport –la posición Strada hace que sea demasiado ligera–, Corsa para el motor –tenemos un V12, por lo que una respuesta suave del acelerador nos parece algo inútil– y dejo los amortiguadores en Strada –el más blando posible, para que el coche no se parta en dos en algunos de los múltiples baches y agujeros de las carreteras secundarias inglesas por las que vamos a realizar esta prueba–. Ya estamos listos para echar a andar, así que no nos olvidemos de poner el cambio en manual y tirar de la leva derecha para insertar la primera velocidad.
Por debajo de 3.000 rpm, el V12 tampoco hace demasiado. También suena un poco industrial, y no hay rastro de la cacofonía esperada de un propulsor con tal cantidad de cilindros y capacidad cúbica. Pero a 4.000 rpm, el tono varía sustancialmente. Es en ese momento cuando el S Roadster despierta de su letargo, con el V12 chillando como una bestia, alcanzando su punto más glorioso en las 8.000 rpm. Puede que no cuente con la sofisticación de la maravillosa mecánica V12 que emplea el Ferrari 812 Superfast, pero llevar un Aventador hasta la zona roja del cuentavueltas sigue representando una experiencia única y mágica. Lo único que te tienes que acordar es de levantar un poco el pie del acelerador para pasar a la siguiente marcha, ya que de lo contrario puedes sufrir una importante sacudida.
Lo mejor de todo es que la ausencia de techo no supone un empeoramiento de las cualidades dinámicas del coche. Puedes colocarlo en las curvas con gran precisión –algo que se agradece debido a su gran anchura–, y después transmite la suficiente información como para confiar en sus capacidades sin temor a sufrir ningún sobresalto.
A velocidades más bajas, puedes notar como el eje delantero desliza más de lo que esperas. Mientras que a media y alta velocidad el coche fluye con más naturalidad, con los neumáticos mordiendo como deben el asfalto y pasando por los giros de una forma más concordante con lo que esperas de un deportivo italiano con esta pintaza. Al final, llega un momento en el que te olvidas de las proporciones y lo empiezas a conducir como un pequeño coupé. En ese instante has alcanzado el clímax correcto con este modelo.
Mientras tengas el morro controlado y el coche asentado en las curvas, puedes pisar sin miedo el acelerador para que el 12 cilindros despliegue toda su fuerza, con las cuatro ruedas transmitiendo la potencia al suelo con una eficacia más que destacable.
Desde dentro se percibe todo muy controlado, equilibrado y bastante divertido; si tienes la oportunidad de seguirlo en un tramo, parece que el coche flota sobre la superficie de la carretera con delicadeza, con una violenta banda sonora saliendo por las tres salidas de escape. Es uno de esos extraños automóviles de los que disfrutas tanto viéndolos desde fuera como detrás del volante.
Puede que los futuros dueños de este coche piensen en desplazarse casi siempre con el techo puesto y por la ruta más recta y cómoda posible. Sin embargo, es más recomendable circular por rutas más reviradas y, siempre que se pueda, con el techo abierto. Y es que a pesar de que quitar y almacenar el techo es un petardo, y el sistema multimedia o el cambio de marchas son mejorables, lo cierto es que este Lamborghini V12 es un verdadero regalo para los sentidos, y aprecias cada kilómetro que recorres detrás del volante.
Lamborghini Aventador S Roadster: ficha técnica
Motor | 12 cilindros en V, 6.498 cc, atmosférico |
Potencia | 740 CV a 8.400 rpm |
Par | 690 Nm a 5.500 rpm |
Largo / ancho / alto | 4,79 m / 2,03 m / 1,13 m |
Velocidad máxima | 350 km/h |
0-100 km/h | 3,0 segundos |
Consumo mixto | 16,9 l/100 km |
Emisiones CO2 | 394 g/km |
Maletero | 140 litros |
Peso | 1.625 kg (2,2 kg/CV) |
Cambio | Manual robotizada, 7 velocidades |
Tracción | A las cuatro ruedas |