Bienvenido a Tierra de Cameros, en La Rioja. Un lugar donde el invierno cumple con lo que promete pero cuyos veranos siempre merecen la pena. Es, al fin y al cabo, una tierra de contrastes, el Camero Nuevo. Descubrir esta región trashumante en autocaravana cobra forma de ritual, incluyendo las trece villas que puntúan nuestra ruta. Si no disponemos de un vehículo propio, lo podemos alquilar en MasQueCamper, diseñadas y adaptadas por ellos mismos.
Regada por el río Iregua, cruzada de valles enormes y bosques frondosos, el Camero es un lugar lleno de sorpresas y plácidas curvas ideales para descubrir en nuestro cómodo vehículo.
Las Trece Villas que dan nombre a esta ruta proceden todas del medievo. La intención era explotar adecuadamente el Monte de la Pineda, tierra de pastos ideales para las ovejas merinas de la región. Pero además, ofrece posibilidades viajeras extraordinarias. El rio Iregua crea una ruta que une una serie de localidades y que comienza en Piqueras, localidad que brilla con encanto en invierno, cuando es habitual ver cómo se cubre de nieve, pero también muy colorida en la estación veraniega.
Piqueras establece frontera con Soria desde el sur. Según tomamos el Puerto de Piqueras apreciamos esta atmósfera que fue en tiempos refugio de pastores y que ahora funciona como un lugar turístico ideal para viajeros que huyan de otros sobrepoblados puntos neurálgicos turísticos. Casas de piedra, vistas a las montañas…
Al fin y al cabo, aquí todavía se vive de la naturaleza, tanto de la ganadería como de la explotación industrial. El tercer viernes de junio los vecinos de las trece villas y también turistas se concretan en la Romería de la Luz, en pleno parque natural de la Sierra.
A apenas unos kilómetros podemos encontrar nuestra segunda parada destacada y siguiendo el citado río Iregua decidimos parar en Villoslada de los Cameros. Parque Natural desde 1995, aquí se asienta Paté de los Cameros, perfecta muestra de las bondades alimentarias de esta zona consagrada también a las carnes.
El Centro de Interpretación del Parque Natural es otra parada obligatoria, para nuestra caravana y nosotros. Villanueva de los Cameros está a un tiro de piedra siguiendo la senda que ya hemos establecido por la n-111. Aquí es obligatorio dejar el vehículo a un lado y disfrutar de su pequeño centro histórico, perfecta representación del patrimonio arquitectónico de la región.
Para Gallinero de los Cameros hay que desviarse momentáneamente de la ruta, tomando la comarcal 454 desde nuestra ruta por la carretera nacional. Tras la gastronomía y la arquitectura, aquí es la propia naturaleza la que toma el control de nuestra ruta. Organizar una ruta de senderismo desde o hacia el pueblo, dominado por la iglesia de la Asunción, será uno de los grandes placeres de nuestros días en La Rioja.
Pradillo, quinta parada de la ruta de las trece villas, aporta el necesario contrapunto humano antes de adentrarnos aún más en la naturaleza, funcionando como un buen punto central en nuestra excursión. La oficina de turismo situada aquí nos orientará sobre lo que nos queda por hacer o lo que nos hemos saltado. Y la iglesia de San Martín y el Hórreo de Pradillo, dentro de su arquitectura civil, amenizarán nuestro paso por la villa. Pernoctar aquí puede ser una buena idea, explotando la otra cara de nuestra autocaravana, que nos transporta y nos sirve de hogar.
Quizá sea la hora de un baño. Nos encontramos cerca del embalse de González Lacasa, con su consecuente pantano, así como el club náutico, tan poblado en meses de verano. Estamos cerca de El Rasillo, otro pueblo ganadero donde podemos disfrutar de nuevo de la gastronomía riojana (y la ermita románica de San Mamés), y Nieva de Cameros, que destaca por la multitud de pistas y senderos naturales, ya sea a pie o en bicicleta. A pocos kilómetros por la N-111 ascendemos hasta Pinillos, con apenas una decena de habitantes. Resulta evidente que su gran atractivo es el silencio, la tranquilidad. Es perfecto para imbuirnos si cabe un poco más si cabe de la naturaleza del entorno. Bajar la bicicleta de la autocaravana es casi obligatorio, incluso aunque llueva.
Si queremos tener un base de operaciones para distintas actividades, nuestro lugar debe ser Torrecilla de Cameros. Un pueblo bonito, agradable y con ese ambiente de veraneo que sólo tienen los lugares donde se vive bien. Eso le hace diferente.
Oportunidades como ésta no las vamos a tener muy a menudo. La siguiente gran parada, sin embargo, es Nieva de Cameros, y con ella empezamos a aproximarnos al final de nuestra ruta, que apenas llega a los ochenta kilómetros de carretera en total.
Almarza de los Cameros es una aldea de pastores hecha de piedra y compuesta de casas tradicionales que nos retrotraen a otra época no necesariamente mejor, pero sí distinta. Estamos a 1.000 metros sobre el nivel del mar, y eso se nota. La iglesia de Nuestra Señora del Campillo le da atractivo al culto con sus sobrios elementos románicos, aunque las rutas de senderismo y bicicleta son los principales atractivos de la villa.
Es el paso previo para Viguera, episodio final de nuestra ruta. El pueblo tiene un modesto núcleo urbano reforzado por la Iglesia Parroquial de la Asunción, pero ese es precisamente su gran poder de atracción. El turista atraído por el paisaje, la soledad y la buena gastronomía va cubriendo los huecos que la ganadería va dejando, y lo hace sin afectar un ápice las bondades del entorno natural. Los bosques y valles surcados por el río Iregua bien lo merecen.