El próximo 8 de octubre entrará en vigor el nuevo protocolo para episodios de alta contaminación en Madrid, con medidas mucho más restrictivas. Una medidas que afectarán en mayor medida a los vehículos sin etiqueta medioambiental, pero también se verán afectados los que tengan la etiqueta B y, en menor medida, los que tengan los distintivos C y ECO. Solo los vehículos con etiqueta CERO se verán exentos de todas las restricciones.
Por eso, ATUC, la asociación de transporte público, ha propuesto un ‘billete gris’ durante los episodios del alta contaminación para estimular el uso del autobús, el metro o los trenes de cercanías como medio de transporte. Este ‘billete gris’ se convertiría en un título específico que permitiría a los usuarios que hagan un uso extraordinario del transporte público —como les ocurre a los conductores en episodios de alta contaminación—, pagar un importe proporcionalmente directo al que abonan los viajeros habituales. Así, si en Madrid un abono mensual zona A cuesta 54,6 euros, ese billete diario costaría 1,8 euros; es decir, el coste diario del abono.
Según la asociación de transportes, este billete contribuiría a lograr un cambio modal por el que cada vez más gente se decidiría a aparcar sus vehículos y a subirse al transporte público, lo que a su vez reduciría drásticamente los niveles de contaminación.
No será gratuito
Ante la propuesta de un transporte público gratuito durante los episodios de alta contaminación, ATUC ha sido tajante al respecto. La asociación arguye que el precio no es un factor decisivo para aquellos que optan por ir en coche, máxime teniendo en cuenta que los costes de desplazarse en vehículo privado pueden llegar a cuadruplicar a los del desplazamiento en transporte público. Asimismo, argumenta que la gratuidad transmite la idea de que se regala el transporte al que causa el problema, y que no se puede premiar a quienes al día siguiente a una jornada de restricciones al tráfico volverán a coger sus coches.
ATUC defiende que esa gratuidad podría llegar a superar la capacidad máxima del transporte público, que aunque sea capaz de absorber aumentos puntuales de la demanda, podría verse desbordado por la utilización masiva de quienes, por ejemplo, habitualmente se desplazan a pie en los trayectos cortos.
Además, según el secretario general de ATUC, Jesús Herrero, “se perdería la percepción de valor que tiene el sistema, por no hablar de que la gratuidad no existe y de que toda la financiación que no pueda conseguirse por medio del pago de tarifas tendría que ser asumida por las administraciones y, en consecuencia, por los impuestos de todos los ciudadanos”.
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