Nos subimos al Mazda 2 1.5 Skyactiv-G 115

Esta es la cuarta generación del Mazda 2, un exótico urbano que, en su variante más deportiva, ofrece un singular carácter difícil de encontrar en la mayoría de sus rivales.


El segmento de los urbanos es muy sensible a los precios. Esto quiere decir que, aunque un modelo sea bueno, su éxito comercial se verá muy condicionado si no se ofrece a un precio atractivo. En ese grupo siempre se ha encontrado el Mazda 2, que, en su ya retirada tercera generación, comercializada entre 2008 y 2014, resultaba algo caro. Eso fue lo que impidió que este urbano, de vistoso diseño y muy logrado comportamiento, ‘calara’ más en el público. Pues bien, la cuarta generación intentará eliminar ese obstáculo a base de reducir el precio –se venderá desde 13.250 euros– y aumentar el equipamiento, pero sin perder ni un ápice de ese toque exótico que convierte al Mazda 2 en un producto de lo más chic.

Mazda 2 1.5 Skyactiv-G 115

Hasta su llegada al mercado, en el mes de febrero, no se conocerá con exactitud cuál será su gama de acabados, pero sí la de motores. Habrá un 1.5 atmosférico de gasolina con tres niveles de potencia –75, 90 y 115 CV– y un 1.5 diésel de 105 CV. A nuestros ojos, el más atractivo debería ser el 1.5 de gasolina más potente, que desarrolla 115 CV a 6.000 rpm. Cojo la llave del coche y, mientras me acerco a él, observo sus simpáticas líneas, sus musculadas aletas y, por primera vez en un Mazda, unos bonitos faros delanteros con luces diurnas led, que serán de serie en esta versión de 115 CV. También tengo la esperanza de que Mazda no le haya extirpado ese carácter divertido que convertía al Mazda 2 en uno de esos pequeños coches que no necesitan un motor demasiado potente para hacerte disfrutar en una carretera de curvas.

TÉCNICA: SIN HACER TRAMPAS

Mazda 2 1.5 Skyactiv-G 115

Como forma de diferenciarse del resto de fabricantes, pero también con la convicción de que el motor atmosférico de gasolina tiene mucho margen de mejora en lo que a eficiencia se refiere, Mazda no recurre a la sobrealimentación en sus propulsores de gasolina, sino a un paquete de mejoras entre las que destaca la reducción de la fricción entre los componentes mecánicos y el aumento de la compresión de los cilindros hasta márgenes más propios de un motor diésel. 

Rehecho desde cero

En realidad, el chasis del nuevo Mazda 2 no tiene nada que ver con el de su predecesor –compartido con el Ford Fiesta–, ya que emplea una versión acortada de la plataforma modular de Mazda.

El habitáculo exhibe una buena calidad y ajustes sólidos y bien rematados, aunque es algo menos espacioso que el de su antecesor. Además, ahora sí, el volante se regula en profundidad, lo cual proporciona una mejor postura de conducción. Arranco el motor y lo primero que me llama la atención es su suavidad y mutismo al ralentí. En marcha, el tacto de conducción es muy agradable, pues la palanca de cambio de seis velocidades tiene un manejo firme y preciso y la dirección es bastante directa, aunque no le vendría mal que transmitiera algo más de sensaciones. Además, la suspensión es ‘durita’ hasta ese punto en el que resulta eficaz a la hora de buscar un buen aplomo en curva, pero sin llegar a resultar inconfortable en un uso cotidiano. Eso sí, debo criticar que en el eje trasero no hay unos discos de freno como en el delantero, sino tambores.

Por otra parte, el motor es suave y elástico a bajas y medias revoluciones aunque, si enfilas una revirada carretera de curvas y lo mantienes entre las 4.000 y 6.000 rpm, no sólo irás rápido, sino que gozarás de la inigualable y cada vez menos común respuesta de un buen propulsor atmosférico. De hecho, este ‘2’ forma parte de ese grupo de coches capaces de divertirte con una potencia modesta, ya que permite que sobresalgan las sensaciones más elementales.

Mazda 2 1.5 Skyactiv-G 115

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