Estoy en Cerdeña –Italia–. Voy detrás de un lugareño, esperando a que aparezca una línea discontinua para adelantarlo. Conduce una Fiat Ducato y, por la forma en la que la furgoneta balancea al trazar las curvas, diría que está cerca de su límite de adherencia. Por fin, llega el momento de adelantar. Pongo el intermitente, acelero a fondo, la caja automática DSG se toma su segundito de rigor para reducir un par de marchas y el motor 2.0 TDI biturbo de 240 CV –el diésel más potente de la historia del Passat– consume con contundencia la tercera velocidad. Cuando el cuentavueltas llega a 5.000 rpm, la DSG inserta cuarta y el propulsor continúa acelerando con una sensación de fuerza bruta propia de un derechazo del boxeador Mike Tyson. Volkswagen asegura que este Passat acelera de 0 a 100 km/h en 6,1 segundos y que alcanza 240 km/h, cifras que parecen muy reales... Como contrapartida, este motor es más ruidoso que cualquier otro 2.0 TDI al acelerar a fondo, y su consumo oficial de 5,3 l/100 km, en realidad, ronda los 7,5 l/100 km.
Tras detenerme en el ostentoso Porto Cervo para fotografiar el Passat; descubro lo que podría ser su primer defecto: el diseño. Frente a su antecesor, ha ganado empaque y deportividad gracias a una carrocería más corta y bajita –4,76 y 1,45 m frente a 4,77 y 1,47 m, respectivamente–, y a que el incremento de la batalla hasta los 2,79 metros de largo implica unos voladizos más cortos. Es un coche bonito, que desde algunos ángulos recuerda mucho al VW CC... pero, al mirarlo, siempre tienes la sensación de observar una fotocopia mejorada de su antecesor. Incluso con el paquete R-Line de nuestra unidad, que llegará en el primer trimestre de 2015 por unos 1.200 euros, e incluye cromados en el paragolpes trasero, estriberas laterales, el logotipo R-Line en la parrilla frontal...
El panorama cambia en el interior. El Passat combina detalles habituales en VW, como un salpicadero sencillo en el que destacan unos aireadores que recorren la consola central de lado a lado o un volante multifunción heredado del Golf –y más complejo de manejar que el de su antecesor–; con otros innovadores como el i-cokpit; una pantalla personalizable de 12,3" que cumple la función de instrumentación. En cuanto al puesto de conducción, como es habitual en VW parece hecho a medida; mientras que, en las plazas traseras, el Passat es de las pocas berlinas con espacio para tres ocupantes... aunque el túnel central resulta algo voluminoso.
Como en todos los coches con plataforma MQB –Skoda Octavia, VW Golf...–, el Passat se muestra aplomado a alta velocidad y con unas reacciones tan nobles y predecibles que, tras unos minutos al volante, tienes la sensación de haberlo conducido años.
Selecciono el modo de conducción deportivo Sport y me dispongo a abordar un tramo de curvas. Con sólo 2,1 vueltas de volante, la dirección asistida variable es rapidísima; no existen problemas de tracción a la salida de los giros cerrados; y la suspensión adaptativa DCC –de serie– contiene el balanceo de la carrocería con un nivel de confort razonable. Aun así, con 1.725 kilos de peso... donde no se muestra tan ágil, como un Ford Mondeo o un BMW Serie 3, es al enlazar giros. ¿Y el precio? Esta versión cuesta 45.230€. No es barato, pero al menos resulta unos 3.000€ menos que un Audi A4 3.0 TDI de 240 CV equivalente.
Precio: 45.230 euros
LO MEJOR Y LO PEOR
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