Desde que comenzó la oleada de vehículos eléctricos procedentes de China a los países que componen la Unión Europea (UE), dicho territorio aprobó una serie de aranceles adicionales para proteger la industria automotriz patria. A grandes rasgos, la UE observó cierta competencia desleal al haber descubierto, investigación mediante, que el propio Gobierno chino inyectaba grandes cantidades de dinero a las marcas para materializar precios más competitivos.
Una decisión que China no acepta, pues ha llevado este asunto de los aranceles la Organización Mundial del Comercio (OMC), considerando como injusta y desproporcionada este medida de la UE. No se trata de una simple queja, sino que este incidente entre la UE y el país asiático puede derivar en una serie de tensiones que afectarían a la cooperación internacional. Por ejemplo, China podría aplicar aranceles a los productos que le llegan desde el Viejo Continente.
Recordemos que los aranceles que ha llevado a cabo la UE dependen del nivel de la cooperación que las marcas asiáticas han tenido durante la investigación. Como ya te contamos, para marcas como BYD o el Grupo Geely (Volvo, Lotus y Polestar) se aplicarán unos aranceles del 17,4%. Sin embargo, para aquellas marcas de coches eléctricos que no colaboraron, el Viejo Continente pondrá un tipo impositivo del 38,1%.
La OMC debe decidir: a favor de Europa o de China
China reclama a la OMC que los impuestos adicionales de la UE violan los tratados de comercio internacional y perjudican a las cooperación global en la lucha contra el cambio climático. Desde el Gobierno asiático, mencionan que los coches eléctricos juegan un papel clave para reducir las emisiones y que sus políticas de apoyo a esta industria van en línea con los compromisos acordados en materia de medio ambiente.
En la práctica, lo que busca China es que la OMC dé por válida su queja y que se revise -o incluso cancele- la nueva política de aranceles llevada a cabo por la UE. Las consecuencias son claras: si la OMC falla a favor de los asiáticos, esto supondría un duro revés a la industria automotriz europea, que vería cómo llegan vehículos cero emisiones a precios realmente bajos. Si el fallo es a favor de Europa, los aranceles podrían tener un efecto llamada para otros países donde China concentra sus exportaciones de eléctricos.
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