En este trabajo, normalmente cuando una marca te cita para una presentación de producto, es debido a que tiene algo nuevo que presentar y quiere difundirlo. Te lo enseñan, te lo prestan para que lo pruebes, y después tú haces tu contenido para publicar. El destinatario final, eres tú.
Esta ocasión no cumple esa pauta. Cupra nos contactó para, literalmente, llevarnos a desparramar sobre la nieve a los mandos de dos de sus modelos: el Born eléctrico y el sugerente Formentor VZ5, que a mi juicio equipa uno de los mejores motores de gasolina que existen en la actualidad: el 2.5 TFSI de cinco cilindros que también puedes encontrar en otras bombas como los Audi RS 3 y RS Q3. Este propulsor es, para mí, una obra magistral de la ingeniería mecánica.
Así las cosas, Cupra no presenta nada esta vez. El Born y el Formentor VZ5 son productos que ya se venden y que ya hemos podido probar. Sin embargo, sí que vamos a conducirlos de una forma poco habitual en la que nos mostrarán su faceta más jubilosa. Incluso el Born, un coche que por su condición de eléctrico a priori es más una herramienta de transporte que de disfrute, dice tener ciertas cualidades para que lo pasemos bien conducíendolo.
Concretamente vamos a volar hasta Rovaniemi, situada en la parte finlandesa de Laponia, donde la nieve es casi una constante. La época en la que nos encontramos no es la más fría del año pero, aun así, la temperatura oscila entre los -6ºC y los -15ºC en función del momento del día, así que un par de camisetas térmicas y unas botas para nieve son mucho más que recomendables en tu maleta.
Pegada al círculo polar ártico, Rovaniemi es conocida porque es donde se ubica el parque temático Santa Claus Village, algo que se ocupan de recordarte las tiendas del propio aeropuerto. Sin embargo, hoy la calma que suele haber en este aeródromo se ve perturbada por el sonido de los caza F-18 finlandeses entrenando algunas maniobras por si las cosas se ponen serias con Rusia. No pasa nada, pero el ambiente que se respira no es, por lógica, el más agradable.
Salimos al exterior y la primera sensación es de “¡jod, qué pu frío!”. Ya no es que la temperatura sea baja, es que el frío te atiza la cara y te estremece hasta la columna vertebral. Sin embargo, es lógico que la gente de aquí lo viva como algo normal, tan normalizado como los neumáticos de clavos que llevan los taxis y los Cupra Born que vamos a conducir hasta la pista en la que la marca española ha establecido su cuartel general temporal.
Una vez allí, es imposible no acercarse a alucinar con el Cupra Formentor VZ5 al que le han despojado de las ruedas y le han instalado unas orugas Mattracks. Parece subirse por las paredes ya sólo en parado y, aunque no podremos conducirlo, luego Jordi Gené nos dará una vuelta en él. El plan cuenta con dos partes. Hoy, abriremos boca con el Born. Mañana, será parecido pero con el Formentor VZ5.
Como sabrás, el Cupra Born se basa en la plataforma MEB del Grupo VW y es una especie de remasterización del VW ID.3 en la que busca un mejor tacto de conducción. Está lejos de ofrecer el dinamismo de un Seat León, pero sí mejora las sensaciones con respecto al eléctrico alemán. Conducir con neumáticos de clavos es para mí una experiencia prácticamente nueva. No es la primera vez que lo hago, pero sí hace mucho tiempo desde la última. Como te imaginarás, la sensación que te invade tras los primeros kilómetros es que hay mucho más agarre del que inicialmente creerías. Tanto sobre nieve como sobre puro hielo, el Born frena y gira, lo que ya es un logro en estas condiciones. Sí tiene alguna dificultad más para traccionar por la instantaneidad de su elevado par, pero la electrónica lo resuelve. Esta unidad que conduzco, por cierto, es la más ambiciosa de la gama, pues lleva el paquete e-Boost, capaz de que los 204 CV originales pasen a ser 231 CV durante 30 segundos.
En la pista realizaremos tres pruebas, en general orientadas a derrapar, aunque también hay una de frenada en la que aprenderemos a confiar en la direccionabilidad que proporcionan los neumáticos de clavos. A pesar de que el Born dispone de una función ESP OFF, en realidad el control de tracción no puede desconectarse del todo. Te deja derrapar de forma bastante intuitiva, aunque cuando el coche adquiere determinado grado de deslizamiento, pone coto al acelerador, permitiéndote mantener la derrapada pero en ningún caso alargarla. Hombre, molaría más que se pudiese quitar del todo, pero no creo que sea ese el enfoque de este coche.
La verdad es que, para tratarese de un funcional coche eléctrico más orientado a llevarte al trabajo que a irte de tramo, te deja disfrutar un poco. Es cierto que las condiciones de la superficie maximizan esta sensación, pero si me dejaran estar toda la tarde dando vueltas aquí, lo haría con gusto.
Aun así, con el VZ5 es otra historia. Este coche sí que está concebido más para irte de tramo que para llevarte a trabajar (aunque también puede hacerlo) y, sobre firme deslizante, el desparrame está asegurado. Tiene un aspecto muy chulo, con los pasos de rueda ensanchados, los paragolpes específicos, el salpicado de fibra de carbono o las cuatro salidas de escape. El VZ5 es una edición limitada a 7.000 unidades y está teniendo una aceptación tremenda.
De nuevo, las actividades consisten en básicamente derrapar, aunque primero recorreremos un tramo del Rally del Ártico cerrado al tráfico. No será a un ritmo elevado, pero sí suficiente para conocer un poco cómo el sistema de tracción total gestiona los 390 CV del motor. Lo bueno es que en estas circunstancias tampoco hace falta ir a tope para disfrutar. Con las constantes y jugosas pérdidas de traccción es difícil hacerse una idea nítida del potencial del motor, pero cuando las ruedas agarran, es muy, muy impetuoso.
También frena con confianza, la suspensión se traga todo y, en el programa de conducción Cupra junto al modo deportivo del ESP, es divertido de llevar, con deslizamientos controlados y una electrónica poco intrusiva. También encuentro, seguro que muy favorecido por los neumáticos de tachuelas, un incisivo eje delantero en el que puedes confiar tanto en frenada como en el inicio del giro.
Volvemos al centro de operaciones de Cupra y pasamos a la pista. Me dispongo a dar algunas vueltas conectando el novedoso modo Drift, en el que la mayoría del par se deriva a las ruedas traseras, entre las cuales además se halla el denominado Torque Splitter, que en esencia es un diferencial variable capaz de repartir la fuerza mecánica entre lass dos ruedas a discrección. Con tanto poderío mecánico, tardo algunos minutos en aprender a gestionar la presión sobre el gas, pero una vez que la domino, derrapar con el Cupra Formentor VZ5 no es sólo muy fácil, sino también muy recreativo.
Frénalo un poco para cargar peso delante, balancéalo mínimamente y acelera con mesura. El eje trasero comenzará progresivamente a deslizar y tú gestionarás el ángulo de derrapada dosificando el pedal. La rotura de adherencia es suave y las reacciones del coche son tan nobles y predecibles que puedes dibujar largos derrapes a tope de dirección, e incluso enlazar curvas con total naturalidad.
Vale que estas circunstancias son una alfombra roja que da pie a obtener estas sensaciones, pero me quedo con que el Cupra VZ5 ofrece un elevado y accesible grado de ajustabilidad trasladando sus 390 CV al suelo. Es clave que no te pases con el acelerador, algo difícil dado lo bien que suena el motor. Si gestionas bien esto, tienes la mitad del trabajo hecho. A partir de ahí, modula el pedal, apunta con una dirección que muestra un buen nivel de precisión, y podrás completar todo el circuito de costado.
Esto se acaba. Toca volver al clima mediterráneo. La experiencia ha sido una pasada y demuestra que lo que hace Cupra va en la dirección que a nosotros nos gusta. Sus coches molan y la gente lo está percibiendo. Y no hablo sólo del apartado estético, que también. Los planes de la marca pasan por duplicar en 2022 unas ventas que crecen como la espuma desde 2020, y ya sólo la notoriedad que está adquiriendo Cupra como marca ‘independiente’, habla muy bien del trabajo que están haciendo.