El Land Rover Freelander es un todocamino de 4,50 metros de longitud cuya primera generación se vendió desde 1997 hasta 2006; año en el que empezó a comercializarse la segunda entrega de este modelo. En 2015, tras el éxito de ventas del Evoque, la marca tomó la decisión de dejar de comercializar el Freelander en España. Pese a esto, ha sido uno de los todoterrenos más vendidos de la historia de la marca, y una gran alternativa a modelos como el Audi Q5, BMW X3 o Volvo XC60.
Así es por fuera
En el exterior, el Land Rover Freelander 2 destaca por un moderno y atractivo diseño, siendo esta una de sus mejores armas que lo han convertido en un éxito de ventas. Dispone de una sola carrocería de 5 puertas con seis niveles de equipamiento: S, SE, SE Dynamic, XS, HSE y HSE Luxury. Está considerado como el primer SUV dentro de la marca británica, ya que además de dejarlo sin reductora lo dejó sin diferenciales bloqueables.
Estéticamente, la parte delantera llama la atención por sus grandes grupos ópticos de tecnología led, junto con una parrilla frontal muy ancha que le otorga un carácter deportivo. Sus formas resultan estilizadas a pesar de que dispone de líneas cuadradas en la mayoría de sus ángulos. En la trasera la superficie de los faros led es de reducido tamaño permitiendo que el portón tenga un tamaño considerable, que resalta su anchura gracias a una banda cromada que va de faro a faro debajo del parabrisas trasero.
Así es por dentro
En el interior, el Land Rover Freelander 2 emplea materiales y ajustes de muy buena calidad. El acabado básico S incorpora de serie una pantalla a color de 5 pulgadas y un equipo de sonido con ocho altavoces. El resto de niveles de equipamiento tienen una pantalla táctil de 7 pulgadas y un equipo de sonido de once altavoces con conexión para dispositivos USB.
El Freelander 2 cuenta con una buena habitabilidad gracias al generoso espacio de sus plazas, sobre todo las delanteras, y los huecos portaobjetos del interior. Además, los ocupantes de los asientos traseros disponen de una gran amplitud para las piernas y una altura libre hasta el techo para que puedan viajar con comodidad personas de más de 1,90 metros de altura.
El maletero tiene una amplia boca de carga para introducir objetos y el doble fondo permite que el piso quede a ras de esta; algo muy útil para introducir bultos voluminosos. La capacidad de su maletero es de 405 litros hasta la cortinilla que lo cubre, pero si se carga hasta el techo el espacio aumenta hasta 755 litros; con los asientos abatidos sube hasta unos impresionantes 1.670 litros.
Así es su gama de motores
La gama mecánica del Land Rover Freelander 2 es bastante escasa ya que sólo tiene un bloque motor diésel de 2.2 litros de cilindrada con dos versiones: TD4 de 150 CV y SD4 de 190 CV. Es el mismo que utilizaba el modelo de 2011 y una evolución del que llevaba la primera generación en 2006. Mecánicamente consta de un turbocompresor con álabes de posición variable que está refrigerado por agua. El cambio automático de seis velocidades es de serie en la variante más potente SD4 y opcional en la TD4, ya que también está disponible en versión eD4 con tracción 4×2, equipado con un sistema de transmisión de seis velocidades. El consumo más bajo lo tenemos precisamente para esta versión con una media homologada de 6,0 l/100 km.
Así va en marcha
En marcha, el Land Rover Freelander 2 es un coche muy cómodo gracias a su suspensión tan blanda de largo recorrido. El habitáculo está muy bien aislado del ruido exterior. La dirección parece demasiado asistida, pero logra transmitir bien lo que sucede en la carretera. En ciudad no se percibe como un coche grande, y con los sistemas de ayuda a la conducción es fácil aparcarlo en cualquier sitio. Entre sus opciones de equipamiento encontramos la cámara trasera para facilitar el aparcamiento, el nuevo sistema de arranque sin llave o el freno de estacionamiento inteligente, que tiene en cuenta el nivel de pendiente.
En general, el tacto de conducción del Freelander es bastante bueno, pero donde mejor se desenvuelve es en carreteras no asfaltadas gracias a sus 210 mm de altura libre al suelo y al sistema Terrain Response, que permite elegir entre cuatro programas distintos de funcionamiento según el terreno por el circulamos, muy útil sobre todo para conducción off-road. Eso sí, no resulta tan ágil y dinámico como un Audi Q5 o un BMW X3, pero sí se siente menos pesado que un Mercedes GLA o un Volvo XC60.
En cuanto al precio, oscilaba entre los 29.560 euros y 48.330 euros en función de si elegíamos entre cambio manual o automático, motor de 150 CV o 190CV, tracción total o delantera, y por supuesto de la gama de equipamiento.
- Lo mejor: Polivalente, equipamiento de calidad y plazas traseras amplias.
- Lo peor: Ya no se comercializa y sólo dos motores diésel.