Es hora de pulsar el botón de arranque del AMG SL 63. Al hacerlo un estruendoso rugido emana de los escapes. Suena gordo, a puramente V8. Unos pequeños golpes de gas revelan que hay mucho poderío ahí. Selecciono la D, mediante la clásica palanquita de los Mercedes en la columna de dirección, y avanzo.
Hay tanto motor que tienes que ser precavido con el pedal el acelerador o avanzarás a más velocidad de la que pretendías. De momento, circulo con todo lo configurable en su modo más light y, aun así, sientes claramente una especie de fortaleza aletargada. Cuando logro abrirme paso en una carretera con las condiciones de seguridad apropiadas, aplasto el pedal del acelerador hasta que la caja 9G-Tronic mete la tercera velocidad.
¿Corre? Muchísimo. Cuando los turbos cargan, lo cual sucede de forma casi instantánea, el coche es una catapulta. No en vano acelera de 0 a 100 km/h en 3,6 segundos. Contamos con 585 CV que llegan muy pronto (a 5.500 rpm) y con 800 Nm de par. Por lo que este apartado está más que cubierto.
Si bien lo que sucede es que esto no es un deportivo, sino un coche de lujo, de manera que la forma de transmitir esas prestaciones no es todo lo dramática que personalmente me gustaría. Hablando de otra forma, digamos que corre mucho más de lo que parece correr. El SL es pesado (casi dos toneladas conmigo dentro) y va tan escrupulosamente filtrado que, al final, no parece que corra de manera tan demente como verdaderamente hace.
Toquetea entonces algunos de los sistemas configurables y podrás añadir algo de picante al asunto. Puedes hacerlo de forma independiente (suspensión, control de estabilidad y demás), pero si directamente le das al modo de conducción Sport+, se pondrá todo en modo ataque. Y por encima hay un modo Race aún más salvaje porque, aunque el SL es un coche de lujo no deja de ser un AMG, y eso hay que justificarlo de algún modo.
En esos dos programas (Sport+ y Race), el SL 63 ya muestra un comportamiento focalizado en la deportividad. Ayuda y mucho la fantástica dirección del coche, tremendamente precisa y muy directa, pues tiene menos de dos vueltas de volante. El tacto del freno también es muy bueno incluso en alta exigencia y la suspensión adaptativa con barras estabilizadoras activas mantiene las cuatro ruedas plantadas en el suelo sin que en ningún momento llegues a percibir que el coche se descompone.
También tracciona que da gusto, algo a lo que colabora activamente el diferencial autoblocante trasero, lo que de paso otorga al coche cierto sesgo de propulsión a pesar de que es de tracción total. La verdad es que, analizándolo el frío, Mercedes-AMG ha logrado que deportividad y lujo se pongan de acuerdo aquí de forma bastante convincente. El SL 63 es un coche de lujo pero con capacidades de verdadero deportivo, aunque casi nadie vaya a utilizarlo para tal fin.
Ahora bien, no esperes experimentar sensaciones vertiginosas porque ese no es su papel. Corre muchísimo, hay preciosos petardeos en el escape, en el sistema multimedia puedes visualizar varios menús de planteamiento deportivo, la dirección remarco que es sensacional… pero es un automóvil de lujo. Aunque, narices, qué bien va.
Y ese papel, el de lujoso descapotable, sí que lo cumple como se espera. El coche es muy cómodo y, circulando descapotado, se producen pocas turbulencias en el habitáculo, diría que ninguna si pones el cortavientos cubriendo las plazas traseras. Aparte, el motor V8 no creas que bebe como un estudiante en Erasmus, pues circulando de forma normal, dándote de vez en cuando alguna alegría aplastando el acelerador y escuchando la fantástica sintonía, es muy fácil hacer realidad los 12,9 L/100 km que homologa Mercedes para este coche.
En fin, va siendo hora de devolver el vehículo después de unos días testeándolo. Me reafirmo en lo que dije en la primera parte de la prueba: para mí, tiene más sentido la versión SL 43 con sus 381 CV y un precio lejano de los 223.338 euros que cuesta este ’63’. Eso no quita que este SL 63 sea un automóvil maravilloso, aunque bajo mi punto de vista excesivo porque esconde un poderío que, a priori, no es el necesario para un descapotable de lujo. Pero bueno, ojalá más coches así…