Ya hemos visto cuál es el origen del Omoda 5 y también hemos analizado cómo es su interior. Lo que nos queda es saber qué sensaciones aporta conduciéndolo. Para ello, comencemos explicando qué hay bajo su estilosa carrocería de SUV compacto.
El Omoda 5 se basa en la plataforma T1X de Chery. Lleva un motor 1.6 turbo de 186 CV y se asocia a una transmisión automática de doble embrague y siete velocidades que envía la fuerza mecánica a las ruedas delanteras.

Este motor es de la marca ACTECO, que es una empresa del Grupo Chery que se dedica precisamente a ese área. En otros mercados también hay un propulsor 1.5 turbo con transmisión CVT, pero ese no llegará a España. Lo que sí llegará es el eléctrico, en el próximo mes de mayo.
Volviendo al 1.6 turbo del Omoda 5 que aquí se comercializará, también anuncia 290 Nm de par, motivo por el cual esta versión se llama Omoda 5 290T (‘290’ por el par y ‘T’ porque tiene turbo), emblema que se plasma en su portón trasero. Sí, haber elegido esa denominación es un poco rarito, estamos de acuerdo…

En cuanto a rendimiento puro, el Omoda 5 290T dice poder acelerar de 0 a 100 km/h en 7,8 segundos, un valor acorde a su ficha técnica. Pero bueno, pulsemos el botón de arranque y pongámonos en marcha.
El sonido al ralentí es tenue, pero a la vez algo ‘ordinario’. No porque suene mal ni mucho menos, sino porque llega con claridad al habitáculo. No parece haber demasiado aislamiento acústico.

Durante los primeros kilómetros, a ritmo suave debido a las condiciones del tráfico, el Omoda 5 funciona muy bien. La respuesta del acelerador no es tardía y la caja de cambio efectúa transiciones de manera muy suave.
La cosa torna en una dirección algo peor cuando puedes estrujar un poco el motor y analizar cómo va el Omoda 5 a ritmo ligerito. Por prestaciones está bien. Corre lo que tiene que correr, ni más ni menos. Sin embargo, la transmisión entonces se siente algo lenta e incluso errática muy puntualmente. Bien es cierto que el cliente que se interese en este coche no creo yo que vaya a practicar una conducción muy extrema.

Hay tres modos de conducción (Eco, Normal y Sport) y no es que las variaciones que aplican sean determinantes, pero en Sport sí que la transmisión parece que opera de forma más acertada.
A nivel de chasis, no es un coche ágil, pero reacciona con seguridad y otorga confianza. La suspensión es muy blanda, aunque eso no quiere decir que la carrocería balancee preocupantemente. Lo que sí sucede es que sobre firme roto u ondulado se producen oscilaciones que no son molestas en sí, pero que reflejan que no estamos ante un SUV que destaque en dinamismo.
Sí es mucho mejor en confort de marcha, tanto por los asientos, que son cómodos, como por la esponjosa suspensión, que por cierto emplea un esquema independiente en el eje trasero que favorece esa sensación de seguridad y confianza antes percibida. La dirección es muy blanda, mucho, lo que resta tacto en el volante. Y también es algo lenta, pero no adolece de ser excesivamente imprecisa o errática.
Puede, no obstante, que la cosa mejorase en el apartado dinámico con unos neumáticos alternativos, puesto que los de serie son unos de la marca Giti que no están mal, pero cuyas prestaciones no se encuentran ni cercanas a los de las marcas referencia. Sin embargo, volvemos a lo mismo: para el tipo de conductor que compra un coche de este segmento y con estas características, cumplen de sobra a mi modo de ver.

Luego está el asunto del consumo. El Omoda 5 290T anuncia 7,5 L/100 km, una cifra alta en comparación con la competencia. En la práctica, lo normal es moverse entre 8,5 y 9,2 L/100 km. No es que sea una cifra loca, pero sí es superior a la que puedes obtener en un Mazda CX-30 2.0 e-Skyactiv X o en un Hyundai Kona 1.6 TGDI, modelos que por otra parte son más caros.
Entonces, bueno, ¿es una compra recomendable este Omoda 5? Todo dependerá, de forma crucial, de si Omoda cumple lo anunciado y vende el Omoda 5 por menos de 30.000 euros. Si su versión Comfort acaba rondando los 27.000 euros y la Premium los 29.000 euros, entonces podría ser una elección sensata. Si no, puede que no.

Además, se da la circunstancia de que los chinos son gente meticulosa y los de Omoda no son excepción. La unidad que hemos probado es una preserie abierta a mejoras que desde la prensa del motor podemos sugerir. Por eso, es posible que detalles relativamente sencillos de mejorar como la excesiva asistencia en la dirección, la falta de aislamiento acústico o la calidad de determinados plásticos, sean subsanados en los próximos meses.
Como es lógico, asuntos más enraizados como la mejorable habitabilidad, el discreto maletero, el elevado consumo de gasolina o lo intrusivo de sus sistemas ADAS, será más complicado que no estén en las versiones definitivas. Pero bueno, si atendemos a su precio, presumiblemente menos de 30.000 euros, el coche no está mal. No es el mejor en nada, pero por esa tarifa, cumple. Y, desde luego, entra por los ojos y el criterio estético es uno de los principales para los conductores europeos…
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