Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia: el esplendor de los fondos marinos y las estrellas

Este espacio protegido compuesto por cuatro archipiélagos puede disfrutarse a fondo con la sola ayuda de unas gafas y un tubo de buceo, pero también mirando sus cielos limpios de toda contaminación lumínica.


Como centinelas, los cuatro archipiélagos que conforman el Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia custodian las entradas de las rías de Vigo, Pontevedra y Arousa. Desde su posición preservan un medio natural privilegiado y transmiten el relato de una larga historia de visitantes e invasores. Para los habitantes de esta zona de Galicia, las islas son una parte imprescindible de su horizonte y, sobre todo, un orgullo.

El director del Parque Nacional, José Antonio Fernández Bouza, destila pasión al esbozar la riqueza histórica y natural de los archipiélagos de Cíes, Ons, Sálvora y Cortegada, que constituyen el único parque natural marítimo del mundo producido por un hundimiento de aguas. Cuando la cordillera de la que formaban parte fue engullida por el mar, surgieron las rías, y las islas quedaron por sorpresa vigilando el litoral.

Pobladas por romanos y vikingos, por espías y pescadores, Fernández habla así de su extraordinaria biodiversidad: «Las corrientes frías del Atlántico llenan de nutrientes sus aguas desarrollando una variada fauna marina, colonias de aves y un medio terrestre aislado donde encontrar especies autóctonas como la salamandra gallaica». Se trata en total de 8.480 hectáreas, de ellas 7.285 marítimas, con un alto grado de conservación y trufadas de relatos mágicos.

El director explica que, a pesar de su origen geológico común, cada archipiélago es diferente en su historia y desarrollo. Por eso, es necesario considerar los dos puntos de vista y ver las islas como un conjunto pero disfrutarlas una a una. Se encuentran casi despobladas, aunque los habitantes de las rías sienten veneración por ellas y luchan por protegerlas para que se puedan disfrutar mediante un turismo sostenible.

El archipiélago estrella es Cíes. El cuarzo da a la arena de sus playas una blancura inmaculada que, combinada con la transparencia de las aguas, hace de este un lugar idílico. Se sabe que los romanos lo ocuparon y cuenta una leyenda improbable que Julio César se dejó ver por allí. Con la Edad Media se establecieron las órdenes religiosas que dejaron paso, siglos después, a piratas como Francis Drake que asolaron la ría de Vigo. Para ahondar en su halo de misterio, la Segunda Guerra Mundial pobló estas islas de espías que vigilaban los barcos y submarinos que transportaban wolframio, un mineral imprescindible para la maquinaria de guerra nazi.

Cuando van perdiendo interés estratégico, las islas quedan despobladas, y con el fin de protegerlas de un turismo exagerado, en 1980 son reconocidas como Parque Natural. Entonces sus protagonistas pasan a ser los cormoranes moñudos en la superficie y una muy variada fauna marina, que las algas protegen y alimentan. Sus últimos visitantes más ilustres han sido las ballenas, que en los últimos años han comenzado a avistarse cerca del litoral. Sin amenazas, la naturaleza ha vuelto a adueñarse del entorno.

Playa de Rodas, islas Cíes

Delante de la Ría de Pontevedra, el archipiélago de Ons cumple otra función. Nos recuerda el empeño del hombre por colonizar todos los espacios. Comparte con Cíes relatos de piratas, asentamientos religiosos y fábricas de salazón, pero lo que lo define es el intento, público y privado, por poblarlo. Aunque llegó a tener unos 500 habitantes, las duras condiciones naturales forzaron a sus moradores a retirarse; hoy solo quedan unas 100 personas censadas, y de ellas solo cinco o seis viven en la isla. Una de ellas es el farero, rara avis en tiempos de automatización generalizada. La riqueza de las aguas alrededor de Ons las hace muy atractivas para el buceo, y propicia una gran variedad de aves.

Viajando hacia al norte, en la entrada de la Ría de Arousa, el archipiélago de Sálvora constituye uno de los enclaves mágicos de este espacio protegido. Es conocido por la singularidad de las piedras de granito moldeadas por la erosión del viento. Compuesto por islas de poca altitud y buen lugar de acogida para las aves de paso, fue propiedad del Marqués de Revilla y estuvo poblado por personal a su cargo, de cuyo paso son testigos los restos aún visibles de las edificaciones que conformaron la aldea.

Isla de Sálvora

Cortegada, en el interior de la propia Ría de Arousa, es conocida por haber sido lugar estratégico desde donde poder avistar posibles ataques, y por sus bosques de laureles. Despoblada desde hace un siglo, cuenta además la historia política de España en el siglo XX. Se le regaló a Alfonso XIII con la idea de que se construyera un palacete. Este proyecto no prosperó y la República decidió expropiarla. En la dictadura, Franco se la devolvió a Don Juan, que la vendió a una inmobiliaria. Fue la presión de los vecinos lo que impidió su urbanización y favoreció su posterior protección dentro del Parque Nacional a partir de 2002.

Fernández Bouza hace un repaso de los lugares que no deben dejar de visitarse, como los acantilados y el Alto del Príncipe en Cíes o la Punta do Centolo en Ons, desde donde se puede contemplar toda la ría de Pontevedra. En Sálvora es obligado ver la aldea abandonada, y en Cortegada, las zonas de cultivo de marisco, el bosque de laurel y sus antiguas edificaciones, que muestran cómo se vivía en la isla.

Islas Atlánticas, para su director, se puede disfrutar con un tubo y unas gafas. «Sólo con bucear a metro y medio, percibimos la variedad y riqueza de este espacio natural», afirma. Incluso basta con pasear por la zona de rocas y pisar la arena de las playas, absolutamente naturales. El buceo con bombonas está acotado y solo se puede practicar en excursiones organizadas.

El acceso a los archipiélagos se realiza desde puertos cercanos por medio de barcos autorizados. En Cíes, Cortegada y Ons existe un cupo de personas establecido; por eso es un viaje que se debe organizar con un poco de tiempo. Hay veleros pequeños que hacen el Camino de Santiago Marítimo, parando en todas las islas principales para sellar la Compostela.

Islas Atlánticas también mira al cielo porque entre sus actividades destaca la observación de estrellas, gracias a la escasa contaminación lumínica. En las numerosas excursiones guiadas, todas a pie, se intenta enseñar el parque «con cariño» y de la forma más entretenida, para que el visitante aprenda cómo crecen los percebes o que los mejillones saben tanto a mar porque filtran 80 litros de agua por hora.

No puede uno irse de aquí sin probar el marisco y el pescado, porque la riqueza de los nutrientes de estos mares es única en el mundo. El alto nivel de conservación permite a los pescadores seguir faenando, lo cual convence a Fernández Bouza de que el mayor reto del parque es «seguir conservando». Las Islas Atlánticas ya no son centinelas solo de las rías gallegas, sino de un ecosistema singular que debemos preservar.

Alca Común

Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia

  • Declaración: 1 de julio de 2002

  • Superficie: 38.480 hectáreas (7.285,2 marítimas y 1.194,8 terrestres).

  • Provincias: Pontevedra y A Coruña

  • Reconocimientos: ZEPA- Islas Cíes (1988) e Isla de Ons (2001); LIC (Lugares de Importancia Comunitaria); OSPAR (2008); Carta Europea de Turismo Sostenible y Destino Starlight (2016)

  • Principales ecosistemas: Las islas forman parte de una cadena montañosa que se hundió en el mar hace varios millones de años. Su ubicación, condiciona el aspecto de las vetientes este y oeste, con acantilados a poniente y playas en el este. Formadas básicamente por granito, el relieve de las Cíes es abrupto, siendo un poco más suave en Ons, bastante más en Sálvora y prácticamente llano en Cortegada.

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