Esta versión equipa un motor 1.6 turbo de 200 CV asociado a un cambio manual de seis velocidades y transmitiendo su fuerza al eje delantero, aunque sin optar por autoblocante electrónico como algunos de sus rivales –Ford Fiesta ST, Seat Ibiza Cupra…-. Las prestaciones están en consonancia con lo que se espera de este tipo de coches, ya que es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 6,8 segundos y alcanzar una velocidad punta de 230 km/h, todo con un consumo medio oficial de 5,9 l/100 km -una cifra a la que resulta complicado aproximarse en conducción real; en nuestro recorrido a un ritmo elevado por carretera de montaña se quedó en 10,5 l/100 km. Cuando bajamos el ritmo, la cifra descendió hasta 8,0 l/100 km-.
El primer contacto visual con este coche es ligeramente decepcionante, ya que por fuera hay que fijarse mucho para distinguirlo de sus hermanos más modestos a poco que éstos dispongan de unas llantas opcionales. Las siglas GTI aparecen en las ventanillas traseras y en el portón del maletero. Asimismo, las pinzas de freno van pintadas en rojo, al igual que la palabra Peugeot insertada en la parrilla delantera cromada. Los pilotos delanteros también cambian ligeramente, ya que llevan diodos luminosos para los intermitentes -en el resto son halógenos-. De momento, la única carrocería disponible para nuestro mercado es la de tres puertas.
Por dentro, en cambio, si es reconocible que nos encontramos ante una versión digna de las siglas GTI. Para empezar, llama la atención el pequeño volante achatado por su parte inferior, con el logotipo GTI y forrado en cuero con pespuntes en rojo. Después, llaman la atención las diferentes piezas de plásticas ´teñidas´ en negro y rojo, así como una instrumentación específica, unos asientos deportivos que mezclan tela y cuero y un pedalier metálico. Además, algunas partes del salpicadero van forradas en cuero y el pomo del cambio imita al aluminio.
Una vez en movimiento, el motor responde con fuerza desde bastante abajo -ofrece hasta 275 Nm a partir de 1.700 rpm, aunque un cambio con los desarrollos más largos de lo esperado hace que otros rivales -en concreto el Ford Fiesta– le superen en este sentido. A baja velocidad, el GTI se percibe como el resto de sus hermanos de gama -bien aislado y aplomado- pero no da demasiadas pistas de que se trata del más rápido de todos. A pesar de que la marca asegura de que se ha trabajado en el sonido, el escape no se hace notar desde dentro y el GTI emite un sonido sugerente pero no abiertamente deportivo.
El comportamiento, como bien nos anticipó la marca, es neutro y «está enfocado más a un uso diario por cualquier tipo de carretera más que para circuito». Por su parte, la polivalencia fue un rasgo altamente empleado por los responsables de la marca durante la presentación… En general, no se me ocurren mejores atributos para calificar a este GTI. Respecto a un 208 normal, las vías son más anchas -10 mm la delantera y 20 mm la trasera-, los muelles y los amortiguadores son específicos y las barras estabilizadoras son de mayor diámetro -10% delante y un 50% detrás-. Todas estas mejores repercuten en unos ´modales´ de libro, siendo un coche rapidísimo en carreteras de curvas enlazadas, siguiendo perfectamente la trayectoria marcada y con un agarre muy bueno -excepto en curvas muy cerradas, donde pueden aparecer algunas pérdidas de motricidad-. El control de estabilidad es totalmente desconectable -no ofrece una posición intermedia entre encendido o apagado-, algo innecesario teniendo en cuenta que está bien puesto a punto -interviene de forma sutil-. Como nos prometió Peugeot, la suspensión filtra bien las irregularidades del terreno y hace trabajar correctamente a los neumáticos –Michelin Pilot Exalto específicos en medida 205/45 R17- incluso en asfalto deteriorado. La dirección eléctrica, con algo más de peso que en los 208 normales, es bastante precisa aunque no tan directa como cabría esperar en un mini GTI y no transmite toda la información que nos gustaría.
Peugeot ha fabricado un GTI muy rápido, efectivo… pero que, en principio, no implica al conductor en la experiencia en la medida que nos hubiera gustado. La parte buena es que no exige grandes dotes al ´piloto´ para sacar a relucir todas sus virtudes.